30 octubre, 2008

La Humanidad sin libros.



¿Qué habría sido de la Humanidad sin libros? Suprimid todo lo demás con la imaginación; y quedarían los hombres quizá mas infelices en lo material, pero, en el fondo, con sus almas iguales a las de los hombres de ahora, tendiendo siempre, que éste es nuestro insigne destino, hacia la perfección. Pero sin libros el amor y la bondad, el consuelo de las horas lúgubres, la fe en el porvenir y en el más allá, hubieran quedado reducidos a un pequeño numero de privilegiados, a los santos y a los héroes.
La palabra es el instrumento celeste.
Pero la palabra hablada está encerrada para siempre, en la cárcel del espacio y del tiempo. El libro la hace universal e inmortal.

Marañón, Gregorio (1887-1960)
El libro y el librero : (en la fiesta de los libreros de Madrid, 12 diciembre 1952)
Madrid : Espasa Calpe, 1953

29 octubre, 2008

Arte encuadernatoria.

Discurso pronunciado por el Rdo. Padre Guillermo Antolín bibliotecario del Escorial y también de la Academia en 1927 ante la Real Academia de la Historia, en la Fiesta del Libro.
Divide el arte encuadernatoria española en los siguientes periodos:

La encuadernación BIZANTINA.
Desde el siglo IV aparece claramente caracterizada, y la constituyen cubiertas de madera forradas de terciopelo o de otra clase de tela, de color uniforme, sobre la cual se clavaban planchas de oro, plata o marfil, incrustándose en ellas piedras preciosas y esmaltes, y labrándolas con dibujos (Jesucristo, Evangelistas, Santos, Escenas religiosas o profanas). Eran como obras postizas, trabajadas por orfebres, plateros, lapidarios y esmaltadores.

La encuadernación GÓTICA o MONACAL. El arte gótico aparece en Alemania en al siglo XIII. Su aplicación a la encuadernación, por lo que hace a España, parece que se desenvolvió poco. La encuadernación gótica es también de tapas de madera, cubiertas de cuero de color oscuro; su decoración consiste en la aplicación de adornos gofrados por medio de hierros, con escasa variedad, y también en la estampación por gofrado mediante placas grabadas, de imágenes, figuras o escenas. Su ejecución es dura y rígida. Algunas veces esas imágenes aparecen miniadas, viniendo a ser para la encuadernación gótica los miniadores y pintores lo que fueron para la bizantina los plateros y lapidarios.

La encuadernación MUDÉJAR o HISPANOÁRABE. Esta se inicia en el siglo XIII y adquiere gran preponderancia en los siglos XIV y XV y aun a principios del XVI. Consiste en la utilización de dibujos entrelazados, de origen e imitación árabes según creencia general, realizados por medio de hierros en forma de cuerda. Ofrece este género gran exuberancia y variedad de tipos. Es en general muy rellena de adornos, dejando pocos claros ocupados también por hierros sueltos, sin que su prolijidad llegue a causar fatiga en virtud de ser estampados sin oro. Este arte hubo de ser practicado por los mismos artífices que trabajaron la piel para toda clase de aplicaciones suntuarias, de modo que para la encuadernación mudéjar el guadamecilero vino a ser el auxiliar que completaba el trabajo del encuadernador.

El estilo RENACIMIENTO en la encuadernación española del siglo XVI-XVII representa la adaptación a nuestro país del arte italiano con su procedimiento de dorado por hierros. Es característico un tipo de decoración que procede de los obradores vallisoletanos, presentando en algunos de sus hierros la estructura arquitectónica (balaustres, pequeños arcos, etc.) Se practicaba también la decoración del renacimiento en Salamanca, Toledo, Barcelona, Valencia y Alcalá, determinando variedades locales cuyo estudio queda por hacer.

El arte PLATERESCO español caracteriza nuestra encuadernación durante gran parte del siglo XVII y en los principios del XVIII. Adopta elementos del estilo barroco y del churrigueresco, y produce manifestaciones muy recargadas y de variadísimas combinaciones a base de los pequeños hierros, cuyo uso se generaliza para permitir al artífice todo genero de fantasías. Cabe distinguir diversos tipos de la encuadernación plateresca : el rameado, que recuerda algo las evoluciones del genero Grolier; el radial o de forma de abanico, elemento con el que rellenan los ángulos, y también el centro de las tapas, engendrando rosetones circulares u ovales de gran riqueza.

La encuadernación OCHOCENTISTA. Durante los reinados de Carlos III y Fernando VI nuestra encuadernación se halla caracterizada por la influencia del gusto francés que predominaba entonces por todas partes. Los dibujos mas usuales eran los llamados de encaje y los de forma de guirnalda, muy elegantes y airosos. Los estilos de Luis XV y Luis XVI, que habían invadido los interiores de las casas ricas, se reflejan también en la ornamentación de los libros. Se usa para ellos, preferentemente, el tafilete rojo. Algunas variedades se pueden distinguir, y son: la que puede llamarse cuadricular, en cuyos huecos alternan monogramas, flores, pájaros, etc.; y disposición de sembrado, que llena el centro de las tapas con la repetición alternativa de pequeños temas simbólicos (monogramas, lises, etc. ) Otra de las variedades, que aparecen mas tarde, es la introducida por el editor Sancha a su regreso de París, con mosaicos trazados con elementos decorativos de la época de los Luises, recargados exageradamente con la aplicación de colores metálicos y de pinturas (escenas campestres, alegorías, retratos), protegidas por hojas de talco o papeles de colores transparentes, cuyo brillo contrasta con las partes mates de la piel.

La encuadernación IMPERIO. Como reacción quizá al estilo anterior, aparece al terminar la época de Carlos IV este tipo de encuadernación, sobrio y casi académico. Se caracteriza por sus cenefas florales encerradas entre dos filetes y limitadas en los ángulos por recuadros cerrados. Frecuentemente son de mosaico, de color distinto para los vértices del que forma el fondo de la tapa. Una variedad que se manifiesta bajo Fernando VII, en los primeros decenios del siglo XIX, es la que produjeron algunos encuadernadores valencianos, trabajando esos mosaicos por medio del teñido de la piel degradando los tonos del color, en forma de cortina o de abanico y produciendo efectos no desprovistos de novedad.

La encuadernación ROMÁNTICA. Aparece bajo el reinado de Isabel II y es también un producto de importación francesa. Suele ser trabajado este genero por medio de placas grabadas, estampadas sobre colores de mosaico par diferenciar las superficies y espacios que determina la composición.

Debe mencionarse el tipo llamado Catedral por representar un frontispicio de arquitectura gótica. Otras variedades de este mismo genero son verdaderos mosaicos, de gusto barroco que recuerda mas el del siglo XVIII que el gótico con que se inició en España este genero.

Miquel y Planas, R. (Ramón) (1874-1950)
El arte en la encuadernación / R. Miquel y Planas
Barcelona : Cámara Oficial del Libro de Barcelona, 1933

28 octubre, 2008

NO SON TODOS RUISEÑORES...II


No así los de otras especies, que son polilla roedora, y aun cosa peor, de las bibliotecas publicas. Y con estos tales, que no tienen semejanza alguna con el de Mileto, quizá será poco todo el cuidado que se tenga; porque, según el refrán, “el que de pegarla tiene gana, si no la pega hoy, la pegará mañana”. Recuerdo cinco variedades de esos visitantes dañinos; conviene a saber:

Los que, teniendo enconada enemistad con algún escritor y careciendo de hombría para liquidar cara a cara su agravio, o lo que fuere, piden en la biblioteca un libro suyo, y acá y allá ensucian sus márgenes con apostillas injuriosas, a pretexto de impugnar sus afirmaciones o de corregir su estilo. Otros, por mero alarde de su saber, apostillan a diestro y siniestro impresos y manuscritos, con aciertos o disparates propios, que firman muy ufanos, para que los lectores presentes y futuros sepan quien fue Calleja. Aquellos cometen vileza: éstos profesan pedantería, y unos y otros son aborrecibles.

Los que, andando a la caza del ex libris, no vacilan en arrancarlos de los libros ajenos, buscando ocasiones favorables para efectuarlo.

Los que, poseyendo faltos de hojas algunos libros mas o menos raros, los piden en las bibliotecas y fingen leer, hasta que, descuidados los celadores, arrancan tales hojas, desnudando al santo ajeno para vestir al propio. Mutilador de esta calaña hubo tiempo ha que inventó un modo particular de arrancar las hojas casi sin dejar huella de su fechoría; procedimiento que todavía conserva entre los entendidos el nombre de su autor, famoso por otras mejores cualidades.

Los que hacen análogos desaguisados con las colecciones de periódicos y revistas, arrancando escritos propios cuya nueva divulgación pudiera acarrearles perjuicio, u otros ajenos que contra tales sujetos se publicaron. Y asimismo los que sustraen grabados, artículos, reglamentos, programas, etc., lo uno, para aprovecharse de ellos, y lo otro, para que no se aprovechen los demás.

Finalmente, los que, llevando oculto y preparado ad hoc un libro de poco fuste, logran por la añeja y picaril traza del cambiazo garbear el que pidieron, dejando en su lugar el sustituto, cosa que a veces se consigue cuando la aglomeración de los lectores devolventes tiene algo mareados a los que reciben los libros devueltos.

Acostúmbrense, pues, los bibliotecarios noveles y sus auxiliares a ver en cada lector mas o menos autentico un posible infractor del reglamento de las bibliotecas. Porque, por desgracia, no son todos ruiseñores los que andan entre las flores”.

Rodríguez Marín, Francisco
De libros : cinco artículos / de Francisco Rodríguez Marín
Madrid : Prensa Española, 1943

27 octubre, 2008

NO SON TODO RUISEÑORES....I



La cuenta de los lectores que concurren a las bibliotecas publicas se hace, y no hay otro mejor medio, por las papeletas de pedido de los libros que se entregaron; pero ¿son lectores, talmente lectores, cuantos los pidieron, o, por el contrario, Serra justo deducir de las suma un diez o acaso un quince por ciento de lectores solo nominales?
Examinaremos por sus clases, aunque hay de ser a la ligera, los propósitos de todo en todo ajenos al estudio, y aun al honesto solaz de la lectura, con que muchos frecuentan las bibliotecas. Por mi cuenta (y algo se me quedará en el tintero) son once estas clases de seudo lectores: dos menos de la tradicional docena del fraile.
Al enumerar las especies de lectores que no lo son efectivos, empezaré por aquellos que no perjudican a la integridad ni a la conservación de los libros, para acabar en los que los estropean, mutilan o anochecen.

En primer lugar, nótese que muchos van a las bibliotecas con el solo fin de sustraerse al molesto frío de la calle, especialmente sin en ellas hay acogedora calefacción. A los mas de estos les importa un bledo cuanto se ha escrito en el mundo y cuanto queda que escribir. No leen.

No faltan, y aun sobran de todo punto, los que entran a pedir un libro, y apenas obtenido, lo dejan al cuidado del celador, para trasladarse al retrete, único objeto, en realidad, de su visita a la biblioteca.

Algunos (niños, hombres y doncellitas) van a ella con el único intento de pasar el rato viendo laminas, y no mas, de libros y revistas. Y estos curiosos, como no hacen otra cosa que pasar y pasar hojas, piden en una jornada diez obras diversas y no son lectores de ninguna.

Tal o cual sujeto acude al necesario expediente de pedir un libro, no para leer, sino para sentarse al lado de alguna lectorcita guapa con quien a los pocos minutos pueda pegar la hebra y echar un buen párrafo. Esto, sin no quedaron citados para verse allí.

Alguna que otra pescadora en seco va al salón de lectura de la biblioteca a tender la alevosa red de sus gracias y llevarse presos en ella uno o dos estudiantillos incautos. Con noticia de que una de esas pecadoras pescadoras había empezado a hacer estrago y riza (no razzia, que esto es italiano) entre los lectorcillos barbiponientes, el director de la biblioteca la hizo conducir a su despacho, donde con tono de paternal protección, le dijo:
-Me enteran de que algunos lectores jóvenes e insolentes no dejan a usted leer con tranquilidad, y aun la obligan con sus livianas insinuaciones a devolver el libro y abandonar abochornada el salón de lectura. Esto no ha de seguir sucediendo: desde mañana leerá usted solita en esta sala inmediata, donde si entra alguien a trabajar, es el habilitado de la biblioteca. No tema usted nada de él: el señor Abuín tiene setenta y cuatro años.
La joven lectora (llámola así piadosamente) miraba al director con los ojillos picaros medio entornados, como pensando: “¡Este hombre es tonto!” Y ¡claro es que no volvió a parecer por allí!

Otros piden un libro cualquiera, no para leer, sino para averiguar si su hijo, estudiante, va por allí, como prometió, o si, estando en la sala, se ocupa de leer novelas, y no en estudiar los textos escolares.

Los aparentes lectores de estas seis clases no perjudican al libro. Dan algún trabajo a los empleados y nada mas

Rodríguez Marín, Francisco
De libros : cinco artículos.
Madrid : Prensa Española, 1943

24 octubre, 2008

Diego de Arce y Reinoso

Don Diego de Arce y Reinoso, fue varón ejemplar, de ascética vida y grandes virtudes, lo que le llevo a ocupar cargos como los siguientes: Obispo de Tuy, Ávila y Plasencia, Inquisidor General y Consejero de Estado de S.M. Felipe IV.
Nació en Zalamea de la Serena (Badajoz) en 1585, y pronto se distinguió por su talento por encima de sus compañeros, su única pasión era el estudio, y las lecturas.
Ya desde colegial “mejoraba la libertad con casi perpetuo encerramiento, haziendo de los libros prolongada, aunque gustosa cárcel; pareciendo aquel afán insoportable y tesón mas para un bronce que para un hombre. Solían (los estudiantes) acecharle por los resquicios de la puerta, y viéndole siempre atareado y sin mas bufete que el suelo, se convertía en reverencia la curiosidad.
En una ocasión de estás se reparó que, teniendo un libro en la mano, reía algunos ratos. Extrañose aquel desahogo del ánimo en un natural circunspecto y sumamente serio... y habiendo entrado se apuró que era loable ocio del continuo trabajo el discreto argumento de Miguel de Cervantes, que desterró de España el embeleso que habían ocasionado las perniciosas ficciones de las caballerías.”
Cuando se le nombró Oidor de la Chancillería de Granada, desdeñando el lujo de aposentos con que quiso obsequiársele, redujo su mobiliario a pocas sillas, una cama humilde, dos bufetes, una pintura de la Virgen y su biblioteca “en que aprovechaba el tiempo que otros desperdician en paseos y divertimentos”.
De Obispo de Tuy, Ávila y Plasencia, otro tanto le ocurrió: lo único bien provisto era la biblioteca. D. Diego leía constantemente en los ratos desocupados de ineludibles quehaceres, y aun comiendo, un paje le entonaba paginas de Fray Luis o Santa Teresa. Puesta el alma en Dios y la vista en los libros llegaba a arrobarse: la biblioteca fue testigo de un éxtasis –el domingo 21 de octubre de 1654- en el cual se le manifestó la Santísima Trinidad.
La única joya y la mejor habitación de la casa era la pieza en que “había una copiosa librería de todas facultades, de que sacaba los fundamentos que justificasen sus determinaciones en el gobierno del Santo Oficio y del Reino, en esta recibía a los embajadores y otros personajes de primera línea.”
La biblioteca constaba aproximadamente de 10.000 volúmenes, y su contenido estaba formado para el estudio y la devoción, en ella figuraba lo mejor sobre derecho, religión, política e historia publicado en España y en el extranjero durante ochenta años. Flojean las secciones de literatura y ciencias, excepto la de medicina. No constan manuscritos y solo algún incunable.
A su muerte en Madrid en 1665 no dejo otros bienes sino los libros y sus herederos dispusieron con rapidez su venta.

23 octubre, 2008

Hay que leer buenas cosas.


"Por lo que se refiere a los libros teológicos, convendría asimismo reducir su numero y seleccionar los mejores. Tampoco sería conveniente leer mucho, sino leer buenas cosas y leerlas con frecuencia, por poco que sea."


Lutero
Manifiesto a la nobleza cristiana de la nación alemana. 1520

22 octubre, 2008

Curiosidad...

Así es nuestro rey : el libro de "La Monarquía" / [recopilación i prologo de Benigno Varela]
Madrid : [s.n.], 1914 (Imp. Helénica)
XXIV, 267 p., [XI] f. de lám. ; 25 cm

Al final de la obra dice:

Este libro pertenece
al propietario de “La Monarquía” D. Benigno
Varela. Queda hecho el deposito que marca
la ley. Se perseguirá judicialmente a los que
exhiban ejemplares no contraseñados por el
propietario del libro.

Y el colofón:

ESPAÑOLES Y EXTRANJEROS:
ESTE LIBRO QUE “LA MONARQUÍA”
CONFECCIONÓ PARA QUE TODO EL MUNDO
SEPA LO QUE VALE NUESTRO SOBERANO,
ACABÓSE DE IMPRIMIR EN UNA HORA JUSTICIERA
DEL DIA 6 DE ABRIL DE 1914, EN LA CAPITAL
ESPAÑOLA Y EN EL IMPRENTA HELÉNICA,
PASAJE DE LA ALHAMBRA,
NUMERO 3.




21 octubre, 2008

Procuraré encontrar el dinero....

MS G-1-7-Fol 1-Historia de Roma-TITO LIVIO
Biblioteca Monasterio del Escorial (Madrid)

El sabio Antonio Panormita, en el libro 5º de las “Epístolas”, en una de las cartas dirigida al Rey de Nápoles, Alfonso V, en 1458, dice así:
“Me habéis hecho saber últimamente, desde Florencia, que por el precio de 120 escudos de oro, estaban en venta las obras de Tito Livio, con hermosa letra. Ruego a V.M. mande comprar para mi este historiador, que nosotros tenemos costumbre de llamar el rey de los libros. Entre tanto, procuraré encontrar el dinero necesario para reembolsar el precio de la obra.
Deseo saber también la opinión de V.M., sobre quien ha obrado mejor; si Poggio (el vendedor) o yo. El, para comprar una quinta de recreo en Florencia, ha vendido un Tito Livio, copiado magníficamente por su propia mano; yo he puesto en venta mis tierras para comprar un Tito Livio.”
La imagen tomada de www.oronoz.com

20 octubre, 2008

Suplica:

"El dueño de estos libros, ruega a sus amigos no le pongan en el trance de prestárselos contra su voluntad o de disgustarles negándose a hacerlo."

Cartel colocado en los estantes de la biblioteca de Don José Sánchez Gerona. (Director y profesor de la Escuela Nacional de Artes Gráficas)

17 octubre, 2008

Vicente Rodríguez de Arellano dice....

Al final de la obra el autor escribe este verso:

A los Señores inteligentes
bien sé que este comedión
nada es de lo que parece,
y que de unidad carece,
de lugar, tiempo y acción:
preguntareis ¿que ocasión
hace mi pluma propensa
a un error tan sin defensa?
pero a esto baste que os diga
que necesidad obliga
a lo que el hombre no piensa

Rodríguez de Arellano, Vicente (ca. 1750-ca. 1806)
Comedia nueva : El sitio de Toro y noble Martin Abarca de un ingenio : para representarla la Compañia de Eusebio Ribera en la Pascua de Pentecostes de 1791
[Madrid] : Se hallará ... en el Despacho principal del Diario de Madrid, en su puesto, Puerta del Sol, y en el de frente de Santo Tomás ..., [ca. 1791]
34 p. ; 4º (21 cm)

16 octubre, 2008

Mariano de Cavia


Hallábase una noche el ingeniosísimo Mariano de Cavia en un estanco de la Puerta del Sol, echado de codos sobre el mostrador, conversando con el dueño del establecimiento, cuando acertó a entrar un viejo bibliófilo, muy conocido en Madrid por su colección y también por su afición –ya senil- a las aventuras amorosas:

-¡Vaya conquista que me traigo, D. Mariano!, hubo de espetarle en cuanto le vio.
Y como el escritor sonriera con incredulidad...
-Salga usted a verla, me está esperando ahí fuera.
El aludido, que no debía tener mucho animo de cambiar de postura, no se movió.
-¡Venga usted, hombre! ¡Va usted a ver que mujer! ¡Va usted a ver un ejemplar!
Cavia rompió al fin:
-¡Un ejemplar...! ¡Y con usted...! ¡Un incunable!

15 octubre, 2008

La biblioteca de Juan Rosell


Don Juan Rosell, fue un gran bibliófilo que de manera incansable visitaba a diario librerías y puestos de libros, y así reunió una importante biblioteca de libros relacionados con la Corona de Aragón, a su muerte fue vendida por 50.000 pesetas y dispersada; En esta biblioteca se encontraba un ejemplar de la Vida de Santa Catalina de Sena, editada en Valencia en 1511, libro de extraordinaria rareza y con una serie de grabados en madera de gran calidad.
Si quereis ver la obra pinchad aqui.

14 octubre, 2008

Refranes sobre libros prestados I.

Del libro que prestas, verás la ida, pero no la vuelta; y si la ves, caso raro es.

13 octubre, 2008

Respecto al préstamo de los libros dice la Marquesa de Pardo de Figueroa:

“Es el libro prestado
casi objeto sagrado;
y aunque parezca engorro,
le debes poner forro,
pues el que te lo envía,
si no lo puso, fue por cortesía.
Abrase con esmero,
léase muy ligero,
y luego, empaquetado,
con bien escrito sobre y bien dictado,
haz la devolución,
pues por falta de buena dirección
un criado aturdido
deja un libro perdido.
Pero es lo preferente,
y le lo recomiendo eficazmente,
que aun siendo in folio, como puede ser,
no se eternice el libro en tu poder.

03 octubre, 2008

Bibliótafo es el que....

Bibliótafo, palabra que procede del griego “Biblion” libro y “Taphe” sepultura, es el sepulturero de los libros. Este bibliótafo no compra libros, pues si los comprase para que nadie los viese, sino solamente él seria, como ante he dicho, un bibliómano. El bibliótafo es el heredero del bibliófilo, que guarda la biblioteca de este sin que jamás la vea nadie, y esto lo hace no por amor al libro: unas veces por cariño o respeto al bibliófilo que tanto se distinguió por su erudición; otras por el abolengo o tradición de la casa; otras porque no entendiendo nada de libros y estando en buena situación económica prefiere guardarlos a venderlos sin saber lo que valen y así esta biblioteca es como si fuese sepultada, y el que lo guarda es un bibliótafo....

Francisco Vindel; Los bibliófilos y sus bibliotecas, desde la introducción de la imprenta en España hasta nuestros días. Conferencia dada en La Unión Ibero-Americana el día 26 de octubre de 1934; Madrid, 1934.

02 octubre, 2008

Epitafio de un bibliómano.

Carlos Nodier, que ha sido un entusiasta de los libros, nos describe un bibliómano en “Les contes de la veillée”. Este señor no miraba a las mujeres mas que los pies, y cuando uno de aquellos calzados altos de ricas pieles que se estilaban entonces hería su vista, gemía: ¡Que lástima de tafilete echado a perder! ¡Que hermosa encuadernación hubiera salido! Era el mismo que decía a su sastre:
-Este traje es el ultimo que me hace usted si se le vuelve a olvidar ponerle bolsillos tamaño 4º mayor.
No quiero privaros del regocijo de escuchar el epitafio grabado en la tumba del bibliómano de Nodier:

Aquí yace,
encuadernado en madera,
un ejemplar en folio
de la mejor edición
del hombre.
Escrito en un lengua de la edad de oro,
que el mundo ya no comprende,
es hoy
un volumen
estropeado,
manchado,
incompleto,
con el frontispicio deteriorado,
picado de gusanos
y en lastimoso estado de podredumbre.
No hay que esperar que obtenga
los honores tardíos
e inútiles
de la reimpresión.


José Sánchez Gerona. El amor al libro: Conferencia leída en la Escuela Nacional de Artes Gráficas el 7 de octubre de 1927 con ocasión del “Día del Libro”.....
Madrid, Sección tipográfica de la Escuela, 1927

01 octubre, 2008

Es ahora tan critica la Critica.....

NOTAS

EXORDIO

Quien escrive es deudor a dar cabalissima satisfacion de lo que refiere; pues quien no puede assegurar lo que dize, mal podrá confiar que se le crea. Está aora tan critica la Critica, que no solo es necessario dezir la verdad en lo que se escriva, sino cerrar enteramente las bocas, aun a la mas impertinente duda, y dexar convencidos con solidos, y robustos fundamentos a los que contradigan, ya sea por razon, ya por tema, y tal vez por genio; que de todo esto se compone el mundo: porque por lo comun son bien pocos los que no presumen ser para todo muy habiles. Pero esto no es de estrañar, pues son tantos los libros, que nos intentan, y quieren persuadir lo que es necedad creer, que aun la mas severa crisis no basta a abominarlos. A estos se les puede aplicar con justa causa aquella aguda copla de D. Joseph Perez de Montoro, ingenioso Poeta Valenciano, en que dixo:

Valgame Dios lo que tragan
Las agallas de la tinta!
Cierto que se ven impressas
Cosas que no estan escritas.

Ortí i Major, Josep Vicenç (1673-1750)
Pasmosa vida, virtudes, y milagros de el Venerable padre Fr. Gaspar de Bono, provincial de los Mínimos en la Provincia de Valencia / su autor Don Joseph Vicenti, y Mayor ... ; Sale a luz a diligencias ... del P. Fr. Juan Bautista Boygues ...
En Valencia : por Joseph Thomàs Lucas ..., 1750