30 marzo, 2007

Un libro curioso

El padre don Augustin Calmet, escribió una obra sobre vampirismo.

Nacido en Minil-la-Horgne, Lorraine, Francia, el 16 de febrero de 1672 y fallecido en 1757, el padre Calmet logró una profunda formación académica a lo largo de su juventud. Estudió en el monasterio de los reverendos padres benedictinos en Breuil e ingresó a dicha Orden en 1688. Fue ordenado sacerdote en el año de 1696. Por ese tiempo se dedicó a la docencia enseñando Teología y Filosofía en la Abadía de Moyen Moutier. Durante estos primeros años también estuvo redactando su primera magna obra de Comentarios sobre La Biblia en 23 tomos, trabajo que fue publicado entre 1707 y 1716.
Su inquieta pluma no se detendría a reposar. Con el paso de los años publicaría numerosos trabajos que, a la par de su labor docente, le dieron fama de fino orador, hombre culto y consumado teólogo. Sus comentarios y estudios bíblicos le llevaron a ser considerado por sus contemporáneos como un sapientísimo religioso que por humildad había rechazado el anillo episcopal de manos de S.S. el Papa Benedicto XIII.
Lo curioso de este sacerdote es que siendo un hombre cultivado, centrado en los estudios de Teología y de las Sagradas Escrituras, dedicase buena parte de su tiempo a investigar un tema que al parecer era despreciado -sino deliberadamente ignorado- por la mayoría de los ilustrados de su época. Un tópico irrelevante para los gobernantes europeos y la Iglesia Católica Romana: la superstición del vampirismo. Calmet estudiará desde el Upir eslavo hasta el vampiro griego o vrikólaca.
Por ese entonces habían aparecido una serie de reportes de casos de vampirismo en Prusia y en los reinos de la Europa oriental. Calmet se atrevió a investigar sobre tales noticias. Averiguó cuanto pudo, cuanto le fue posible sobre el fenómeno y finalmente publicó en 1746 un libro que fue la comidilla de la aristocracia europea, motivo de escándalo para muchos gobernantes y un dolor de cabeza para el clero romano. El título del mismo fue Dissertations sur les Apparitions des Anges, des Démons et des Esprits, et sur les revenants, et Vampires de Hongrie, de Boheme, de Moravie, et de Silésie.
Hay una “Nouvelle edition” impresa en París, en el año de 1751. La misma titulada Traité sur les Apparitions des Esprits, et sur les Vampires, ou les revenans de Hongrie, de Moravie, etc, consta de dos tomos empastados en un solo volumen.
Esta es la tercera edición de la obra. La misma, según el prolífico investigador J. Gordon Melton, aventaja las dos ediciones francesas de 1746 y la segunda edición de 1749, en un hecho: fue la última impresión supervisada por el propio Calmet y en la misma sostuvo que los vampiros sí existían y que eran capaces de salir de sus tumbas para cumplir sus diabólicos fines.
A la edición francesa de 1751 le sigue la alemana de 1752. Asimismo la primera edición en lengua inglesa se remonta a 1759. En otras palabras, entre 1746 y 1759 el libro del padre Calmet se convirtió en un éxito de ventas, en un genuino “best seller”. Imaginen lo que representa el hecho que en Francia hubiesen tres ediciones seguidas (dos en 1746 y una en 1749)... Sin embargo, ya en su primera edición el autor yerra al no cuestionar la legitimidad de los reportes sobre casos de vampirismo. Luego de exponer diversos casos, supuestamente avalados por testigos de confianza, en territorios tan vastos como Hungría y Grecia, deja Calmet el asunto literalmente abierto, aunque ciertamente da a entender que favorecía la existencia de tales monstruos al expresar:
“... que parece imposible no suscribirse a la creencia que prevalece en aquellos países donde tales apariciones realmente salen de sus tumbas, siendo capaces de producir los terribles efectos que han sido amplia y positivamente atribuidos a ellos”

Los Libros

Los Libros

Alineados, de roble en los estantes,
mis libros, cual legión de mesnaderos,
adustos me recuerdan y severos
Grandezas y saber que fueron antes.

Conservo en los infolios deslumbrantes
hazañas de famosos caballeros,
sentencias de filósofos austeros,
Frases de amor y dichos de bergantes.

Y, apartando del fárrago infinito,
en un rincón que a meditar convida
y por su noble oscuridad bendito.

he colocado mi obra más querida,
que se llama “La dicha de la Vida”,
y en cuyas paginas, ¡ay!, no hay nada escrito.

Antonio Zozaya

Directorio del Sacerdote

Benito Valuy (S.I.)
Directorio del Sacerdote, en su vida privada y pública.
Madrid, Lib. Gregorio del Amo, 1885

Lectura Espiritual
Aconsejan los Santos que se adopte un libro sólido y de mucha unción; pero pequeño y que se pueda llevar a cualquier parte; debe leerse muy a menudo, pero con orden y poco cada vez, meditándole mucho y procurando poner en práctica sus lecciones. En la lectura espiritual, como en la oración, pensad en vuestra propia santificación, y no en la de los demás.
“El que quiere estar con Dios, dice San Isidoro, debe orar y leer con frecuencia. Cuando oramos, hablamos con Dios, y cuando leemos, Dios habla con nosotros. Todos nuestros adelantos en la virtud proceden de la lección y meditación”1
1 “Qui vult cum Deo esse, frequenter debet orare et legere. Nam cum oramus, ipse cum Deo loquimur, cum vero legimus. Deum nobiscum lequitur. Ovnis profectus et lectione et metitatione procedit”.



Biblioteca
Mayor miseria es no tener libros con que dar pasto al alma, que carecer de pan para el alimento del cuerpo.
La biblioteca es un tesoro que debe conservarse y aumentarse. Sean escogidos vuestros libros, y leed de preferencia los de ciencias eclesiásticas, como son los Comentarios, Teologías, Catecismos, Derecho Canónico, Ascetas, Directorios, Liturgia, Padres de la Iglesia, Historia Eclesiástica, etc., y los Ascetas, sobre todo el Granada, el La Puente, el Rodríguez, el Molina, de Sacerdotes, San Liborio y San Francisco de Sales.
“No hay eclesiástico pobre, decía Bossuet, que no pueda tener cuantos libros bastan para estar leyendo toda la vida. Sólo faltan libros al que no tiene amor al estudio.,
Tened muchos autores de Teología moral, y estaréis menos expuesto a caer en error.
No tengáis sin permiso ningún libro prohibido o sospechoso, que muchos se han pervertido solo por esto, y además nadie sabe en que manos pueden caer tales libros.
Sería un desdoro el que un Sacerdote se ocupase más en leer la Gaceta que en leer la Biblia. Algunos eclesiásticos se proponen leer cada año la mitad de la Biblia y el compendio de moral del Padre Gury, tan generalmente estimado.
Cuando se economiza el tiempo, hay tiempo para todo, y cuando se quiere cumplir con todas las obligaciones, no hay tiempo de sobra.

Biblioteca popular
El mejor medio de impedir las malas lecturas es tener una biblioteca escogida, compuesta de todas aquellas obras que tengan especial atractivo para el pueblo. Muchos leen lo malo por leer algo; muchos solo por curiosidad y por el placer que causa la novedad de ciertas obras. Con una colección de libros buenos que tengan lo que puede desear y apetecer tales lectores, satisfareis la necesidad y curiosidad de todos, y tendréis más libertad para quitar los malos libros de sus manos.
Antes de formar esta biblioteca, conviene establecer una junta de hombres pudientes de la parroquia que cooperen con sus limosnas para comprar las obras más útiles a los feligreses. Después de formada, se puede prestar para cierto numero de días cada libro al que le pidiere, exigiendo alguna corta retribución.
Procurad que desaparezcan los periodicos que no sean del todo católicos romanos, pues no hay lectura que más amortigue la fe que de esos periodicos que todos los dias están insinuando máximas contrarias á los preceptos eclesiásticos y divinos.

29 marzo, 2007

Decálogo más uno....

"Decálogo más uno para escritores principiantes"

I. No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.

II. No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.

III. No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.

IV. No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.

V. No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.

VI. No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.

VII. No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.

VIII. No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?

IX. No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.

X. Mientan siempre.

XI. No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer.


Juan Carlos Onetti (Uruguay, 1909-1995)

27 marzo, 2007

Colabora con Interlibros


En muchos países, el acceso a la lectura y la cultura es un privilegio, un bien reservado a sólo unos pocos. Por eso Círculo colabora con Interlibros, una ONG que se encarga de recoger libros y enviarlos a Latinoamérica para que los más pequeños puedan tener un futuro mejor.
Interlibros es una organización no gubernamental creada en 2005 con el propósito de cooperar en la formación de niños y adolescentes y contribuir a su alfabetización, independientemente de dónde vivan y cuáles sean sus recursos. Este año Interlibros centra su campaña en cuatro países: Honduras, Nicaragua, Ecuador y Chile.
Además de las donaciones de Círculo de Lectores, Interlibros también recolecta los libros infantiles y juveniles en buen estado que nuestros socios quieran donar para enviarlos a Honduras y Ecuador.
No es necesario ser socio del Círculo para hacer tu donación.
Durante el año 2006 se recogió más de un millón de libros, pero tu ayuda sigue siendo necesaria.

Si deseas donar ejemplares, déjalos empaquetados en alguna sucursal de la empresa MRW, indicando que son para la campaña +Cultura, antes del 31 de mayo.
Puedes averiguar cuál es tu sucursal MRW más cercana llamando al teléfono 936 350 616 o haciendo clic aqui http://www.mrw.es/ y buscando en el mapa las franquicias de tu localidad.

Aforismos rimados

Ama a Dios sobre todo lo terreno,
y ama como a ti mismo al libro bueno.

Amigo del humilde y del afortunado,
el libro es el tesoro mas rico que han legado
a los presentes tiempos los hombres del pasado.

En los libros los pueblos deletrean su historia,
el pasado, el presente, su infortunio, su gloria.

¿Un individuo, un pueblo, en la inacción se estanca?
Para moverlo, un libro es la mejor palanca.

Al verme de mis libros rodeado,
no envidio más riqueza, ni otro estado.

No te parezca libro alguno caro,
y sé, de los que adquieras, muy avaro.

Ciudad que tiene Biblioteca pública,
es faro del Estado o la República.

Junta libros y forma librerías
y se hablará de ti todos los días.

¿Algún pesar tu alma mortifica?
Tu librería es la mejor botica.

¿Joyas? Mejores que en las platerías
las hallarás en muchas librerías.

Dijo Edmundo de Amicis que el destino
de numerosos hombres dependía
de haber, o no, en su casa librería.



L.C. Viada y Lluch
De su libro “Del amor al libro” Barcelona, Imp. Miquel Rius, 1927

24 marzo, 2007

Arte de Escribir: Tintas

Beng Sim Po Cam (Espejo rico del claro corazón). Manila, 1592.
Tinta sobre papel. 22 x 17,5 cm. Biblioteca Nacional, Madrid [Ms. 6040].

TORIO DE LA RIVA Y HERRERO, Torcuato
Arte de escribir por reglas y con muestras.
Madrid; Viuda de Joaquín Ibarra; 1798 . B.U.V. X-19/21

TINTAS (pag. 122-123)

Si la tinta con que se escribe no es bien negra, luce poco el escrito, y si no esta suelta se hace con trabajo. Para remediar estos inconvenientes diremos el modo de hacerla según nos ha enseñado la experiencia. A una azumbre de vino o agua (de la que se usara sino es para escribir en pergamino, y con especialidad en verano, por lo mucho que si es de vino se espesa) se echaran seis onzas de agallas finas, que sean bien pesadas, de color de plomo y sin agujeritos como los que tiene la madera carcomida: quebrantadas y no muy molidas se echan con el vino o agua en una vasija ú olla vidriada sin estrenar, o donde se haya hecho tinta, con mas las cascaras de una granada agria, o de cuatro nueces verdes; tres onzas de vitriolo romano, o de caparrosa, bien molida; dos de goma arábiga, y una de azúcar piedra: menéese todo con un palo de higuera, y otro si este no se encuentra, por espacio de diez o doce días, y tres o cuatro veces en cada uno, y al cabo de ellos y cuando este bien reposada, se colará sin removerla, no solo primero por un tamiz, sino por un pedacito de lienzo después para que quede bien limpia. Luego se embotellará y conservará en parage fresco y resguardado del ayre. Para hacer otra tanta poción y tan buena, no hay mas que echar sobre las heces que hayan quedado la mitad de ingredientes con igual cantidad de agua o vino, y seguir el mismo orden que con la primera hasta embotellarla, cuidando de que las botellas estén siempre tapadas, y de que en la olla o vasija en que se haga no caiga polvo ninguno, porque según he observado no hay cosa que mas perjudique. La misma precaución debe haber con el tintero, el qual puede ser de muchas materias y formas. Los mejores son los de cristal, sino fueran tan expuestos; pero en esto puede cada uno acomodarse a los parages y circunstancias, siempre que cuide de que los algodones sean proporcionados a su cabida, y que en verano tenga muchos menos, como aconsejan Ignacio Pérez y otros autores de mérito. Los mejores algodones son los de seda floja, o medias viejas de seda deshechas, que se venden en las Covachuelas. Esto es por lo que hace a la tinta negra.

23 marzo, 2007

A mi libro


A mi libro
(Anacreóntica)

Dime: ¿Dónde caminas
Tan solo y confiado,
Sin protector alguno,
Librillo desdichado?

¿En qué elegancia fías
Tu aprecio y tu despacho?
¿Qué critico piadoso
Te aseguro el aplauso?

Cuando en ti contuvieses
Los versos que cantaron
Con sonorosas liras
El Píndaro y Horacio.

De Movios y de Zoilos
No pudieras librarlos,
Pues aun al propio Homero
Se le atrevió Aristarco.

Siendo esto así, no temas
El verte censurado,
Que no es toda censura
Prueba de que eres malo;

Y más en este tiempo,
Que en la corte de Carlos
Son muchos los que juzgan,
Mas los que aciertan, raros.

Nicolás Fernández de Moratín

22 marzo, 2007

Las Bibliotecas de la Iglesia en la Red

Las bibliotecas de la Iglesia proyectan conectarse en red
Madrid, 21/03/2007

(VERITAS) Las I Jornadas Técnicas de Bibliotecarios de la Iglesia, organizadas por la Comisión de Patrimonio Cultural de la Conferencia Episcopal Española (CEE) tendrán lugar hoy y mañana en la Casa de la Iglesia con el objetivo de plantear los retos de las Bibliotecas Eclesiásticas en el siglo XXI.

Participarán como ponentes el director de la Biblioteca de la Universidad de Navarra; una representante de la Universidad Pontificia de Salamanca y otro de la Biblioteca Universitaria CEU. En representación de las Bibliotecas de Seminarios, viene uno de los responsables de la Biblioteca del Seminario de Cuenca y una de las responsables de la Biblioteca Diocesana de Córdoba.

María del Carmen del Valle Sánchez, directora del Archivo y Biblioteca de la CEE y recientemente nombrada presidenta de la Asociación de Bibliotecarios de la Iglesia en España (ABIE), explica en esta entrevista concedida a Veritas, los desafíos que quieren asumir las Bibliotecas Eclesiásticas, en orden a su mejor funcionamiento y servicio.

Entre las actividades que ABIE quiere impulsar está la publicación de una revista; la elaboración de las Jornadas Técnicas de Bibliotecarios; el diseño de una página web; un cursillo de verano anual; celebrar una Asamblea anual con los miembros de la Asociación; incorporarnos a una asociación de bibliotecas a nivel europeo, las Bibliotecas Europeas de Teología (BETH), en la que están 20 asociaciones de distintos países de Europa.

Sin embargo, del Valle confiesa que los dos proyectos más ambiciosos son crear una red de bibliotecas de la Iglesia e incorporar las nuevas tecnologías a las bibliotecas.

"La revolución de lo que es el libro y la biblioteca electrónica, el entorno de internet nos abre un campo tremendo de amplitud, ya no son sólo las bibliotecas físicas que tenemos sino una serie de bibliotecas virtuales, aunque yo creo que el libro en papel coexistirá con el libro en formato electrónico", afirma la directora de ABIE.

SONETO


Retirado en la paz de estos desiertos,
Con pocos, pero doctos libros juntos,
Vivo en conversación con los difuntos,
Y escucho con mis ojos a los muertos.

Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
O enmiendan, o fecundan mis asuntos;
Y en músicos callados contrapuntos
Al sueño de la vida hablan despiertos.

Las Grandes Almas, que la muerte ausenta,
De injurias, de los años vengadora,
Libra, oh gran don José, docta la Imprenta.

En fuga irrevocable huye la hora;
Pero aquélla el mejor Cálculo cuenta,
Que en la lección y estudios nos mejora.

Francisco de Quevedo y Villegas

21 marzo, 2007

Oración de un bibliómano

Todo el amparo, señora,
de mi libro en ti le libro;
pues eres libro en quien Dios
enquadernó sus prodigios.
Si al que es vida le ceñiste
en tu virgen pergamino,
ya libro eres de la vida;
vida has de ser de los libros.
El gran Autor con la pluma
del espíritu divino,
sobre tu papel intacto,
sacó su palabra en limpio
sin copia, por ser tú sola;
sin tinta, por ser arminio;
sin original obscuro,
y sin borrador delito.
Libro eres de cuenta, donde
el más estrecho juizio
siempre suma lo constante
pero nunca lo caído;
libro de memoria, siempre
para hacerme beneficio,
y en blanco, pues por ti Dios
mis culpas pone en olvido:
de Palma, o libro, tus hojas
en tu concepción las miro.
allá en tu parto azucenas
y en tu soledad cuchillos.
Tu exención es privilegio,
tu tassa precio infinito,
general tu aprobación,
gloria el fin, gracia el principio,
impresión estrellas, coma
la luna, punto el sol mismo,
rectas líneas, blanco margen,
luces letras, cielo estilo
y al fin concepción sin mácula
es el título aplaudido
de tu libro, porque es Dios,
el concepto de tu libro.
O libro cerrado a culpas
y abierto a humanos gemidos;
borre un rasgo de tus gracias
las erratas de mis vicios.

Este romance, anónimo y sin título, está copiado de un cartapacio bilingüe de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo. Sign. R. I.-39-29, página 105, que contiene diversas composiciones de los siglos XVII y XVIII.

18 marzo, 2007

Arte de escribir



TORIO DE LA RIVA Y HERRERO, Torcuato
Arte de escribir por reglas y con muestras.
Madrid; Viuda de Joaquín Ibarra; 1798 . B.U.V. X-19/21

PAPEL (pag. 122-123)

El papel debe ser según la clase de escrito en que se haya de emplear, pero siempre con la cola suficiente para que no se recale: si al tocarlo con la punta de la lengua, ó poniéndolo sobre un dedo que esté mojado se cala repentinamente y pasa al otro lado la humedad, es señal de que no tiene la cola que necesita, y al contrario. Si es para letra magistral y detenida se escogera lo más blanco y terso que se pueda, y de una suma igualdad en su grueso, que se conocerá no solo tentándolo con los dedos por varias partes, sino poniéndolo al trasluz, y viendo si tiene o no algunos manchones. Para semejante clase de escritos curiosos conviene usar del bruñido y glasilla. El bruñido se hace con una piedra como la de los doradores, ó un colmillo de jabalí bien limpio y liso, poniendo el pliego que se quiere bruñir sobre una mesa bien lisa y dura, sin mas mullida debajo que cuatro hojas de papel regular, y pasando y repasando igual y apretadamente por todas partes la piedra ó colmillo hasta que quede toda plana muy tersa y lisa, y sin que se descubra claro, ni veta alguna. Luego se toma la glasilla, que se tendrá bien molida y envuelta en un trapito limpio y fuerte, procurando que sea escogida y sin la menor mezcla de cosa alguna, y se dá por encima hasta que poniendo por un breve instante la yema del dedo se pegue o agarre algo al papel al querer frotarla. Con esta operación, sino es muy exquisito, suele levantar pelusilla, y en este caso se le vuelve a pasar el colmillo o piedra hasta que quede vidrioso y cristalino. Lo mismo que con una plana se puede hacer con las demás de un pliego, y de pliegos infinitos.
Para los principiantes, y gente de la curia y oficinas que escriben corriendo, es preferible el papel mas moreno si es mas grueso y tiene aquel granillo que impide se extienda la tinta con facilidad, pues aguanta mejor las raspaduras y enmiendas, y saca los perfiles de la letra mas finos y limpios. Esto es por lo que hace al papel común y regular que se gasta, pues para algunos delicados escritos hay también otros, así extrangeros como nacionales, de mayor marca, y mas o menos gruesos, que son siempre mas finos, y cuya preferencia y buen uso enseña la experiencia mas que otra cosa. Para nuestro intento hasta lo dicho.

16 marzo, 2007

Recetas para hacer tinta


ICIAR, Juan de
Arte subtilissima, por la qual se enseña a escrevir perfectamente. Hecho y experimentado, y agora de nuevo añadido por Iuan de Yciar Vizcayno.
Çaragoça, Estevan de Najera, 1553 B.U.V. (Z-8/173)

RECEPTA DE TINTA PARA PAPEL (p. 135)

Tomaran tres onças de agallas pequeñas arrugadas, y de buen peso: que las que no son ansi, son vanas y de poca virtud: e estar quebrantadas en pieças grosezuelas y puestas a remoiar en un vaso con medio açumbre de agua de lluvia, pónganlo a donde le de el sol, por espacio de un día o dos. Después muelan dos onças de caparros o vidriol romano muy bien molido, y echenlo en la infusión meneando las agallas diligentemente con un palito de higuera. Y hecho esto buelvan el vaso al sol por otros dos días: en fin de los quales tornando a menear muy bien aquella mixtura echenle una onça de goma araviga bien molida, que sea clara y resplandesciente, y repose todo esto ansi junto por espacio de un día. Y después para que la tinta sea de buen lustre desele un herbor al fuego muy templadamente metiendo en la olla algunos pedaço de cortezas de granadas: e finalmente bien colada guardenla en una vasija de plomo muy bien atapada, o en una bota: y esta sea muy buena tinta para papel: e para pergamino es necessario que sea de vino: e con otro orden diferente deste, como la siguiente recepta contiene.

RECEPTA DE TINTA PARA PERGAMINO (p. 136)

Tomese un açumbre de vino blanco lo mejor que se pudiere haver: e quatro onças de vidriol de Flandes, y quatro onças de Gallas de Valencia, y tres onças de Goma Araviga. El Vidriol y la goma se han de moler muy bien, e las agallas no mas de quanto se hagan quatro o cinco pedaços cada una. Y hecho esto ha se de hazer del açumbre de vino tres partes yguales: e echar cada una en su vasija, e en cada vasija echar los materiales, cada material por su parte, y han de estar a remojo por espacio de seys o siete dias. Y hecho esto tomaran la vasija donde estan las gallas (lo qual han de procurar que sea mayor que las otras) e ponerse al fuego: e procurese que sea templado: y estara por espacio de un quarto de ora, poco mas. Y sacarse de alli, e echarse ha en ella el vino donde estava el caparas. Y luego tras esto el vino donde estava la goma todo colado por un paño espesso, y rebolverse ha bien con un palo, y dende a un rato colar se ha, e echarse ha en una bota.

15 marzo, 2007

De los libros que usan los Turcos

Hola a todos, he encontrado algo muy interesante a la vez que curioso, un libro del siglo XVII, en el que se describen los libros que usan los turcos, es la obra de SAPIENZA, Ottavio "Nuevo tratado de Turquia, con una descripcion del sitio y civdad de Constantinopla, costumbres del gran Turco..."
Madrid, Viuda de Alonso Martin, 1622


Capitvlo VIII.
Del modo de libros que vsan los Turcos, y de sus escriptores.

S.I
Ay En Constantinopla, y en otras partes del Turco muchos escrivanos notarios publicos que allá llaman Cadi. Otros que son como escrivanos maestros de su ley, que llaman Cogia, de los quales ay algunos que tienen salario sirviendo en las Mezquitas. Vozeâ en las altas piramides, llamando los Turcos al Zalà, (que es como dezir orar) pues que ellos por mandamiento de su ley, no pueden tener campanas: lavâ los muertos antes de enterrarlos, y los acompañan cantando a sus entierros.

S.II
En Turquia no ay emprenta alguna, ni se imprimê sus libros: pero es muy grâde el numero de los escrivanos ya dichos, y viven todos de copiar los volumines que componen los maestros de su ley, y otros papeles, y como tan barbaros no tienen correctores que corrijan sus escritos, a cuya causa qualquiera interpreta a su alvedrio. Escriven quêtos, y historias fabulosas y estraordinarias, ridiculas a los hombres, de talento, evidentes a los barbaros criados cô las tinieblas de aquella ignorancia. Monsiur de Breves, que estuvo quinze años por Embaxador de Francia en Constantinopla, sabiendo bien la lengua Turca, compuso muchos libros en ella, y quando se bolvio a Frâcia llevó consigo algunos Turcos de los dichos maestros con cuya ayuda imprimió en caracteres Turquescos quinze cuerpos diversos, y los embio a Constantinopla al Embaxador ^q avia quedado en su lugar para ^q se vendiessen a los Turcos que esperava a ver de ser grata aquella novedad. Y aviendo yo hecho las diligencias con muchos Turcos que vinieron a ver los libros, no huvo quien quisiesse comprar vno siquiera, por ser impressos de mano de Christianos, recelando, siempre algun engaño. Los Venecianos les ofrecierô embiarles emprentas, y impressores a Constantinopla: pero ni el gran Turco, ni su Consejo quiso, diziendo, que si aceptara el ofrecimiento, todos los escrivanos de los dichos libros murieran de hambre, y assi perseveran en la barbaredad dicha, como en su obstinada ceguedad, y assi no vsan de libros, sino los manuescritos.
(pp.27-28)

Ante el Libro

Eugenio D'Ors

Ante el libro, reconozco inmediatamente al hombre de cultura. No necesito saber su manera de entenderlo. Ni siquiera su manera de leerlo. Me basta ver su manera de manejarlo.
Hay ciertos movimientos, casi instintivos, que designan desde la infancia, a quien será más tarde hombre de cultura. Hay, al revés, forma de maltrato a los libros pronto denunciantes del bárbaro que leerá muy pocos o que los leerá sin provecho.
Véanme ustedes ese desatentado que ha abierto el tierno volumen por la mitad, empuñando, a puño pleno, cada una de las dos porciones. Ahora lo lee y sus manos descansan en la parte alta de las hojas. Ahora lo deja y ha plegado una de éstas para dejar señal y recordar luego dónde ha quedado. Bien, pues yo os digo que, las páginas que tan ineptamente maneja ese grosero, no las llegará a entender.
Quien las entenderá y gozará es este otro, este enamorado que, sin darse cuenta, ha acompañado ahora con una ligera caricia de los dedos la apoyada atenta caricia del mirar.
Jamás entrará, estad seguros de ello, en los mejores alcázares del saber quien no conozca o no adivine esta verdad profunda. Los libros no son objetos inertes, sino seres animados.
Merecen la consideración, el respeto y, por decirlo así, la fraternidad que merecen los más delicados, los más sensibles, y también los más vindicativos entre los vivientes.

EUGENIO D’ORS

12 marzo, 2007

Un libro solidario

He visto una reseña en el periodico que me ha llamado la atención, os la cuento:
La descendiente de los fundadores de "cafes Valiente", una marca de café valenciana ha escrito un libro "Valiente: una vida silenciada", pero la noticia no es esa sino que los beneficios que se obtengan de la venta de este libro, serán destinados integramente, a través de la Fundación Celia Valiente, para ayuda y asesoramiento a la mujer maltratada tanto de forma psicologica como emocional, ademas de para colaborar con otras asociaciones similares.
Me parece una iniciativa digna de alabanza en estos tiempos que corren.
Habrá que comprar el libro.

Las Bibliotecas Romanas

Reconstrucción Biblioteca Villa Adriana

La primera biblioteca pública de Roma fué fundada por Asinio Polión en el monte Aventino. Especial celebridad tuvieron la biblioteca Palatina y la biblioteca Octaviana, obras ambas de Augusto, la creada por Vespasiano junto al templo de la Paz y la que edificó Trajano en su foro. Al terminar el imperio había en Roma ventinueve bibliotecas públicas. Desde luego, por grandes que fuesen tales colecciones de libros, no podían sostener comparación con las de los pueblos modernos.
La mayoría de las bibliotecas tenían por adorno estatuas o bustos representando hombres célebres en ciencias, letras o artes. "Desde hace algún tiempo, dice Plinio, se honra en las bibliotecas con su busto a los grandes hombres cuya voz inmortal resonó en estos lugares. Los hay de oro, de plata, y mas frecuentemente de bronce. Aún cuando no se nos haya conservado su efigie, nuestro sentimiento sustituye los rasgos imaginados para ellos; así sucedió con Homero. En verdad, no concibo dicha mas grande para un mortal que ese deseo que tienen las personas de todas las epocas de saber cuáles eran sus rasgos".
La mayor parte de las bibliotecas públicas estaban anejas a templos, y el fanatismo de los primeros cristianos no aguardó la llegada de los barbáros para empezar a destruirlas. El reinado de Teodosio se distingue por ese furor sistemático, tan culpable como las invasiones de haber contribuído a preparar la barbarie de la Edad Media.
Menard, y Sauvageot

09 marzo, 2007

Bibliomanía

Bienvenidos a este rincón virtual que pretende ser un punto de encuentro para aquellos que aman los libros y a los mágicos espacios que los guardan, las bibliotecas.
En este espacio iré incluyendo anécdotas, curiosidades y rarezas relacionadas con el mundo del libro.
Tenemos la fortuna de trabajar en una Biblioteca singular, rodeadas de libros que conforman parte de la historia de nuestra civilización y nos gustaría compartir esta fortuna con todos los amantes del libro y la cultura.
Esperamos que este rincón de la red se convierta en un lugar de esparcimiento para los que compartimos nuestra afición por los libros, y nada nos gustaria más que cuando entreis a visitar este blog, dejeis vuestro comentario, un saludo, una opinión, una aportación... Toda participación será bien recibida.
Os esperamos!

07 marzo, 2007

Las Bibliotecas Griegas

Tolomeo I Soter
La Biblioteca pública más antigua de Grecia parece haber sido fundada en Atenas por Pisistrato. Durante el período macedónico, la mayor parte de las ciudades griegas poseían una biblioteca, siendo la más célebre la de Alejandría.

Segun Ateneo, "tenía Laurencio un número tan grande de libros griegos que no puede parangonarse con él ninguno de los que tanto trabajo pusieron para formar las bibliotecas más famosas de la antiguedad, como Polícrates de Samos, Pisistrato, tirano de Atenas, el ateniense Euclides, Nicócrates de Chipre, los reyes de Pérgamo, el poeta Eurípides, el filósofo Aristóteles, Teofrasto, Neleo, que heredó las bibliotecas de los últimos y cuyos descendientes las vendieron a Ptolomeo Filadelfo. Este príncipe las hizo llevar a su hermosa biblioteca de Alejandría con los libros que compró en Rodas y en Atenas".

La Biblioteca de Alejandría, fundada por Ptolomeo Soter, tenía próximamente 50.000 volúmenes al morir el rey, habiendo llegado más tarde hasta 700.000. Fué destruída por un incendio cuando la conquista de Alejandría por Julio César. Entonces se fundó otra nueva en el Serapeum de aquella ciudad, que al poco tiempo llegó a ser tan rica como la primera; estaba agregada al gran templo de Serapis, y fué, a su vez, destruída por los cristianos bajo el reinado de Teodosio. Idéntico celo fanático hizo desaparecer en aquella epoca otra biblioteca muy famosa, que dependía del gran templo de Canope. Los Reyes de Pérgamo habían fundado en su capital una biblioteca de gran importancia, que pasaba por ser rival de la de Alejandría, con la cual se fundió en seguida. Bajo el imperio romano tuvieron considerables colecciones de libros la mayor parte de las grandes ciudades del Asia Menor.

"Las instituciones en la antiguedad"
Menard, y Sauvageot

Las Bibliotecas de los Egipcios



Los libros egipcios eran muy numerosos y de ellos habia colecciones importantes en templos y palacios. En el Rameseum de Tebas se ha descubierto la sala donde estaban colocados los libros; se hallaba bajo la invocación de Thot, personificación de la inteligencia divina, y de la Diosa Saf, llamada señora de las letras. También se descubrió en el Templo de Denderah una sala que resultaba haber sido la biblioteca; los manuscritos que guardaba estaban escritos en piel y encerrados en cofres. El catálogo se conserva, en la puerta estaba grabada una paleta de escriba. Sobre la biblioteca de Tebas habia una breve inscripción en estas palabras: "Tesoro de los remedios del Alma".
Las Instituciones de la Antiguedad
Menard, René y Sauvageot, Claude

06 marzo, 2007

Las Biblioteca de los Fenicios y Caldeos


Poseen bibliotecas de muy antiguo. Se ha descubierto la biblioteca de uno de los Reyes de Asiria, Asurbanipal. "Extraña biblioteca, dice M. Lenormant, que se componia exclusivamente de tablillas, lisas y cuadradas de barro cocido, que tenian por ambas caras una pagina de escritura cuneiforme cursiva, muy fina y apretada, grabada en la arcilla fresca todavia. Cada tablilla llevaba su numero y formaban las hojas de un libro, cuyo conjunto estaba compuesto de una serie de tablillas semejantes, apiladas, sin duda, unas sobre otras en un mismo estante de la biblioteca". Una enciclopedia gramatical dividida en varios tratados, fragmentos de leyes, algunos himnos, una especie de diccionario geografico donde constaban las regiones, ciudades, rios y montañas conocidas de los Asirios, listas de plantas y de minerales, catalogo de observaciones estelares y planetarias, con varios tratados de aritmética: tal era el material que componia esta biblioteca, en la cual no parece hubiese obra alguna concerniente a medicina. Los restos que de ella ha sido posible recoger están hoy en el Museo Britanico.

"Las Instituciones de la Antiguedad"
Menard, René y Sauvageot, Claude

Las Biblioteca de los Judíos


La biblioteca de los júdios, instalada en el templo de Jerusalén, estaba formada por los libros de la Biblia. Mas tarde, todas las sinagogas principales tuvieron una biblioteca constituida por los mismos elementos; allí eran leidos pasajes de la Escritura a los fieles congregados. Cuando la conquista romana existían unas 450 sinagogas; todos los libros que allí habia fueron destruidos. Por lo demás, no parece que contuviesen nunca aquellas bibliotecas otros libros que los sagrados, pues se cuidaban poco los judíos de las obras extranjras y no parece que hayan escrito gran cosa acerca de las ciencias.
"Las Instituciones de la Antiguedad"
Menard, René y Sauvageot, Claude