31 julio, 2007

La imprenta en nuestro reino

Otro de los títulos que tienen nuestros antepasados para merecer el respeto y la admiración de todos los españoles que no son valencianos, es la protección que dispensaron al invento de Guttemberg.
Valencia, señores, dijo el notario con noble altivez, es la primera población de España que admite en su seno a los alemanes que difundieron entre nosotros el arte de la imprenta. Lamberto Palmart y Fernández de Córdoba, Lope de Roca y Jacobo Vizlant, Jaime de Vila y otros, establecen sus imprentas en la capital de nuestro reino, y de allí salen los primeros libros impresos en España. Las Obres e trobes en lahors de la Verge Maria que colecciono nuestro compatricio Mosén Bernardo Fenollar, es hoy, después de maduro examen critico, la primera obra impresa en España, el año 1474. Para conmemorar tan fausto acontecimiento, se coloco en una casa, junto al portal de Valldigna, la siguiente inscripción sobre una lapida de mármol blanco:

Á LOS INTRODUCTORES EN VALENCIA
DEL ARTE CIVILIZACIÓN DE LA IMPRENTA,
ALFONSO FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA
Y LAMBERTO PALMART
QUE EN ESTE SITIO ESTABLECIERON
LA PRIMERA PRENSA QUE FUNCIONÓ EN ESPAÑA,
EL MUNICIPIO DE VALENCIA
AL CELEBRARSE EL IV SIGLO
DE SU INSTALACIÓN EN NUESTRO PAÍS.
AÑO 1874

Ya se, dijo D. Vicente, que los catalanes nos han disputado la primacía, pero sin fundamento serio. Precisamente la critica moderna les asigna un lugar muy inferior al que ellos imaginaban, y así se deduce de las pruebas presentadas por Méndez, Villarroya, Salvá y otros. En 1472 es probable que ya funcionaba la prensa de Palmart en Valencia, y en 1478 ya teníamos impresas en aquella ciudad, además de las citadas Trobes, el Comprehensorium, el Salustio y la Tertia pars Summae Sancti Thomae, sin contar otras mencionadas por los bibliógrafos.
Causa profunda admiración el primor con que están trabajados los incunables valencianos, o sean los libros impresos hasta comienzos del siglo XVI. En las primeras obras emplean los impresores el tipo veneciano o letra romanilla, pero luego adoptan el tipo gótico que se generaliza en España.
En el siglo XVI, Juan Navarro y Pedro de Huete, Mey y Diego de Gumiel, Díaz Romano y Juan Jofré, Jorge Costilla y otros mantienen la imprenta valenciana a una altura envidiable.
Algo degenera durante el siglo XVII, pero la decadencia general que se observa en otras artes, por fuerza había de repercutir en el de la imprenta, pues las letras no podían servir de aliciente, por estar ellas mismas privadas de vida robusta, como la gozaron en los dos siglos anteriores.
La restauración literaria que se inicia en los reinados de Felipe V y de Carlos III, alienta los progresos de la imprenta, y de las prensas de José Esteban Dolz, Balle, García, Lucas, González, Bordazar, Orga y otros, salen otra de relativo merito. La primacía la obtiene sin competencia el meritísimo tipógrafo Benito Monfort, que no solamente compite con los tipógrafos madrileños, sino que por la nitidez y esmero, por el lujo y singular pericia en el arte, merece que D. Carlos III fije en el su atención y le colme de honores.
Mención especial merece el impresor Bordazar, no solo por su pericia en el arte de Guttemberg, sino por su ilustración nada vulgar en gramática y humanidades. De el he visto preciosos autógrafos que vinieron a para a la Biblioteca mayansiana, y que estuvieron a punto de ver la luz publica. Después de Felipe Mey, impresor y catedrático de humanidades en nuestra Universidad, no creo que haya, entre los impresores valencianos, sujeto mas erudito que D. Antonio Bordazar de Artazú.
En el siglo XIX, mantienen el esplendor de nuestra imprenta meritísimos tipógrafos que, ayudados por la litografía, fototipia y fotograbado, se esmeran en competir con los de Madrid y Barcelona.
Dijo el notario, y no faltó amigo que aplaudiese la patriótica improvisación; pero D. Vicente rehusó aquellos aplausos, a trueque de infundir en el animo de los contertulios el espíritu regionalista, muy a propósito para desechar la indiferencia y apatía, causa doble del abatimiento regional en que nos hallamos.
Así terminó aquella agradable velada.

“El Abuelito: Conversaciones histórico-familiares, acerca de la Región Valenciana”. Ontavilla, Luís de; Valencia, Alufre, 1899

27 julio, 2007

Madame De Chatelet-Lomont (1706-41)
Maurice Quentin de La Tour


El culto de los libros constituye el mejor preludio para conocer a los hombres.
(Madame de Châtelet)

La lectura es una conversación con los hombres mas ilustres de los siglos pasados.

(René Descartes)

26 julio, 2007

Ultratumba


En un puesto de libros un probable comprador, lee los titulos en voz alta: “El cura de aldea; Noches lúgubres; Memorias de ultratumba.” Y dirigiendose al librero dice: ¿De Chateaubriand, verdad?.- “No, hombre; del mismo Ultratumba.”

24 julio, 2007

Silencio


Los severos bibliotecarios ponen siempre el letrero: “SILENCIO”. La advertencia no es para los que llegan, sino para los que viven allí. En los callados libros se oye todo el sonoro ruido de la vida.

(Armando Fuentes)

22 julio, 2007

El bibliomaniatico


En “Le Bibliomane, par Charles Nodier, Illustrations de Maurice Leloir”, Paris, Conquet, 1893.
Cuenta el caso de Boulard, el cual desahució a los vecinos de un gran inmueble, con el deliberado propósito de llenarlo de libros. Luego adquirió cinco casas mas y también las llenó. Cuando alguno le solicitaba un libro, Boulard, regocijado, con aire triunfante, golpeando las montañas de papel con su bastón, decía: “Está ahí” o bien: “Esta allá”. Se origino en su cerebro tal confusión, que compraba una y otra vez un mismo libro. Naturalmente, acabo por no tener noción de lo que había acumulado. En cama, moribundo se hacia llevar libros; los hojeaba, los palpaba, y así se extinguió su vida. Este bibliofilo inspiro a Nodier a su tipo: El bibliomaníatico, el cual pasando por la Sala Silvestre de la Rue des Bons Enfants, se le antoja examinar un lote de libros ya vendidos, y al descubrir un Virgilio de 1676, en gran papel y con mayores márgenes que el suyo, se muere de sentimiento.

13 julio, 2007

Menéndez y Pelayo


El gran polígrafo Menéndez y Pelayo nació en 1856 y falleció en 1912. Cuando estudiaba en Barcelona, frecuentaba las librerías, y no dejaba escondrijo por revolver. Se encaramaba a la escalera de mano, o encima de un escabel, hojeando libro tras libro. El maestro amaba los libros con delirio, con 12 años ya catalogaba la biblioteca de su padre, y todos los libros que ingresaban en la casa paternal. Por Navidad, su tía, dispuesta a complacerle, le pregunto que juguete le gustaba más. Menéndez y Pelayo eligió: “Historia de Inglaterra” de Goldsmith. Su hermano Enrique al recordar este gesto dice: “El se divertía con los juguetes de los niños de la vecindad, y con los míos. Nosotros, ¿Que habíamos de hacer con la Historia de Inglaterra?.
El Maestro no era partidario de prestar libros. Libro prestado, libro perdido. Decía que el emblema de “Gómez de la Cortina et amicorum” constituye una chanza. El Marques de Morante antes se hubiera dejado matar que prestar un libro

12 julio, 2007

El Codex Sinaiticus


El Codex Sinaiticus, es el texto griego de la Biblia mas antiguo que se conoce, se remonta al siglo II, y en estado fragmentario. Es un manuscrito de la Biblia, trabajado, según opinan los eruditos hacia el año 340, por orden de San Atanasio. Este se lo ofreció al Emperador Constantino y durante casi tres siglos permaneció en Palestina, de donde fue arrebatado por los árabes, hasta que en 638 ingresó en el monasterio de Santa Catalina del Sinaí. En 1844 encontrándose en dicho monasterio Tischendorf, estudiante alemán, retiró de un montón de basura 43 hojas del precioso códice. Tischendorf ser apresura a mostrárselas al Rey de Sajonia, el cual patentiza la importancia del descubrimiento. El estudiante regresa al monasterio y todavía logra salvar 350 hojas más, en donde hay parte del Antiguo Testamento, y el Nuevo completo. El otro manuscrito parecido a este, existente en la Biblioteca Vaticana, es incompleto del Nuevo Testamento. El estudiante informó a los monjes de la importancia del manuscrito y estos, en 1859, lo ofrecen al Emperador de Rusia como Cabeza de la Iglesia Ortodoxa por 900 rublos. Desde entonces este códice fue la pieza mas importante de la Biblioteca Imperial. El gobierno soviético la ofreció al Museo Británico por 100.000 libras esterlinas, advirtiendo que dicha suma se invertiría en mercancías inglesas. La venta se llevo a cabo bajo la intervención de la Librería Maggs de Londres.

11 julio, 2007

Nareschkin y el Zar



El intendente del Teatro de San Petersburgo, Nareschkin, con sus trazas y mañas se había captado la protección del Emperador de Rusia. Así y todo, siempre se encontraba en necesidades pecuniarias. Publicó una colección de máximas y las dedico a su protector. El Emperador correspondiendo al obsequio, le puso en sus manos un libro de 1.000 hojas. Cada hoja era un billete de banco. Al preguntarle que le parecía el regalo, Nareschkin respondió: “Me interesa muchísimo. Me interesa tanto, que guardo con avidez, la continuación.” El Zar, le envió un volumen igual, pero en la cubierta se leían estas significativas palabras: “Fin del segundo y ultimo tomo.”

10 julio, 2007

Benjamín Franklin



Benjamín Franklin nació en Boston el 17 de junio de 1706 y falleció en Filadelfia el 17 de abril de 1790, a los 84 años. Mientras practicaba el oficio de tipógrafo, el mismo tiraba del carretón para transportar las resmas de papel, y el mismo servia a sus clientes y revendedores los libros que editaba. En su actuación de librero concedía mucha importancia al tiempo. En cierta ocasión su dependiente pidió seis dólares por un libro de lance. El cliente consideró el precio desmesurado, y pensando cerrar el trato con mas ventaja, se acercó a Franklin. Este le pidió siete dólares. El cliente suelta el libro y sale escapado; pero de pronto se repone y retrocede. Franklin quiere por el libro ocho dólares. El comprador asombrado: ¿Como es posible ese sobreprecio en tan pocos minutos?. Franklin: “El tiempo es oro
En 1778, el propio Franklin redactó su epitafio en estos términos.: “El cuerpo de Benjamín Franklin, impresor, semejante a las cubierta de un libro sin titulo ni ornamentos, descansa aquí para pasto de gusanos. Pero la obra no desaparecerá, (así lo cree el mismo), puesto que volverá a publicarse en una nueva y mas elegante edición revisada y corregida por el autor.”

09 julio, 2007

Las librerias en España durante la dominación árabe



«En España, en la ciudad de Córdoba, durante la dominación árabe hubo considerable número de personas dedicadas a la reproducción de textos en caracteres orientales. Alhakena II (cuyo reinado señala el apogeo de la dominación musulmana en España), fallecido en el año 976, fundó en el Palacio Mernanz una biblioteca compuesta de seiscientos mil volúmenes, cifra asombrosa, no alcanzada por ninguna biblioteca de su tiempo. Según testimonio de León Africano, ya en el año 1220 existía en aquella ciudad una calle llamada «de los libreros». Al dividirse el imperio, desde Córdoba, la luz del saber pasó a irradiar en Sevilla, Murcia, Málaga, Granada, otras poblaciones. La actividad de los escritores y traductores árabes y hebreos en España, el extraordinario talento de algunos de ellos, cuyas obras les sobreviven; la franca y decidida afición de los magnates árabes y cristianos por la lectura y la formación de bibliotecas de la cultura hispano oriental, debieron traer aparejado, en la España árabe, un más que regular movimiento mercantil del ramo de librería, máxime cuando las academias islámicas eran bastante frecuentadas por extranjeros estudiosos, atraídos por la fama de aquella cultura. En la España árabe había colegios en las ciudades principales y en los más obscuros pueblos. Cincuenta se contaban en los arrabales y poblada vega de Granada, por lo que no es de extrañar que un escritor del siglo XIV cuente que a principios de aquel siglo existiesen en el país setenta librerías musulmanas»



(Enciclopedia Universal Ilustrada. Espasa Calpe, S. A., Madrid).

06 julio, 2007

Cuenta Antonio Palau en sus memorias:



Un joven acaudalado y de pocas luces, casó con muchacha igualmente rica, pero instruida y aficionada a los libros. Amueblaron la casa, se rodearon de servidores, y recibieron a los amigos. Estos elogiaron el suntuoso decorado, pero la novia les observaba: “Muy cierto, pero nos falta un mueble que tiene mi papa, y que figura en todas las casas acomodadas y es una biblioteca.” El marido pregunta: ¿Que es una biblioteca? La señora, sonriendo: “Es una estancia llena de volúmenes.” El marido llama a un criado y le ordena vaya a decir al carpintero de la vecindad, prescinda de lo que tenga entre manos, y empiece a trabajar en cuatro volúmenes con destino a los ángulos de una estancia. La esposa: “¡Que cándido eres!” –“¿Acaso no son estatuas?”- “Los volúmenes son libros, y la biblioteca el mueble que los encierra. Este mueble suele cubrir las paredes de la estancia.” El marido se precipita a la calle, y se introduce en la primera librería. Allí descubre la edición de una obra bien encuadernada. Pide precio. El dueño le advierte que todos los volúmenes son iguales. “No importa; son bonitos, y son libros.” Y de repente el librero agoto la edición; y la novia en un solo día se leyó toda la biblioteca compuesta de 1.500 volúmenes. No hubo otro recurso que proponer cambios entre otros libreros.

05 julio, 2007

El General Drouot.


El General Drouot tenia de niño tal pasion por la lectura, que a ella consagraba todos los momentos que sus ocupaciones en la panaderia de sus pobres padres le permitian. Como muchas noches se apagara por economia la lampara que alumbraba la casa, para no cesar en sus lecturas, robando horas al sueño, lo hacia a la luz de la luna, cuando la habia, o al resplandor del horno abierto y encendido.

04 julio, 2007

El bibliófilo Gilbert de Pixérécourt



Gilbert de Pixérécourt invitaba con frecuencia a comer, a los principales bibliófilos de su tiempo; Nodier, Bérard, Brune, Cigogne, Viollet-le-Duc, Villenare, Marqués de Ganay, Conde de la Bédoyere, Soleisme; y los libreros, Merlin, Silvestre, Crozet, Débure, y Téchener. De sobremesa, eran examinados los libros, considerados sus márgenes, las cajas, las medidas, el papel. Se discutían las encuadernaciones, y salían a relucir los nombres de Dérome, Pasdeloup, Boyet, Duseil. La opinión de Charles Nodier era la mas aceptada, y la que ahogaba las disputas. Ni que decir cabe que Pixérécourt vigilaba las manos y los bolsillos de los invitados para que no desapareciesen libros. Por eso puso a la puerta de su biblioteca los versos de Dante:

El libro prestado tiene un mal fin;
o se estropea o se pierde para siempre
.


Pixérécourt no había confiado libros ni a sus propios hijos. Paul Lacroix solicitó uno de poca importancia. Pixérécourt frunciendo las cejas, y mordiéndose los labios, le coge de la mano y lo lleva a la puerta de su biblioteca. ¿”No ha leído usted mi divisa”? .- “Sí; pero yo creía que rezaba para todo el mundo, menos para mi.” Pixérécourt se queda pensativo; y de repente: “Vaya usted por el libro: se lo regalo. Así permanezco fiel a mi divisa.”

03 julio, 2007

La imprenta en China


Los chinos, que siempre precedieron en la antigüedad a otros pueblos en el conocimiento de casi todas las artes, practicaban la imprenta tabularia o grabado en madera mucho antes que en Europa. Esta invención se remonta, según unos autores chinos, al siglo X (hacia el año 923 de la era cristiana), bajo el reinado de Ming-Tson, y según otros al siglo VI. Otro historiador mas moderno cuenta que un herrero llamado Pi-Ching inventó los tipos moviles hacia el año 1040, siglo XI de la era cristiana. Estos tipos eran pequeñas piezas de terracota muy dura, sobre los que este herrero grababa los caracteres mas usuales, acomodándolos en un cuadro de hierro, dividido en secciones verticales, al uso de la escritura china, pero este procedimiento tipográfico no fue adoptado por sus compatriotas, quienes continuaron con su impresión tabularia o grabada por convenir mas a su idioma, pues teniendo este ochenta mil caracteres hubieran sido necesarios unos cuatro millones de tipos sueltos para formar una imprenta.
La incomunicación de los chinos respecto al exterior impidió que su civilización fuese conocida por otros pueblos en perjuicio de todos, pues tampoco tuvieron noticia de los progresos de otros países, y de la imprenta tal y como se utilizaba en Europa desde la primera mitad del siglo XV, ellos no la tuvieron hasta el XVII, siendo en 1662 cuando unos misioneros europeos convencieron al emperador Khang-Hi de establecer una imprenta la europea, para la que se grabaron 250.000 tipos moviles de cobre, con los cuales se imprimieron 6000 libros diferentes.
Esa primera imprenta establecida en China desapareció en 1770, porque el emperador Khien-Long, para ocultar las numerosas sustracciones de tipos grabados hechas por sus predecesores, dispuso que se fundiera moneda con lo que quedaba, pero el mismo monarca en 1776 estableció otra imprenta, no con tipos de cobre sino con tipos fundidos en plomo a la europea, y a los cuales el emperador denominaba perlas en asamblea.

02 julio, 2007

Ralph Waldo Emerson


Considere el que posee una biblioteca escogida, por pequeña que sea, que tiene en su casa una compañia de hombres sabios y de agudo ingenio que, escogidos de entre las regiones civilizadas, en el decurso de un siglo, han puesto en orden los resultados de su sabiduria y erudición.

En muchas ocasiones la lectura de un libro ha hecho la fortuna de un hombre, decidiendo el curso de su vida.

Ralph Waldo Emerson