26 abril, 2007

Las librerias romanas

Las Librerias.

Muy numerosas eran en Roma las tiendas de libros, especialmente alrededor del foro. Anunciábase en la puerta el nombre de los autores y la lista de las obras en venta allí. Tambien se las exponía en el escaparate, bien en rollos separados, o bien atados con correas o colocados en cofres cilindricos; el interior de la tienda estaba dispuesto en compartimentos, y los libros ordenados en plúteos. Asi dice Marcial en su epígrama contra Luperco: “Cerca del foro hay una tienda cuya parte delantera está cubierta toda de titulos de obras, de modo que en un instante lee unos los nombres de todos los poetas. Llegas y pides mis obras a Atracto, que es el nombre del comerciante. Tomará del primer estante o del segundo un Marcial pulimentado con piedra pómez y adornado de púrpura, que te dará por cinco dineros”.

25 abril, 2007

Victimas del Libro

LAS VICTIMAS DEL LIBRO

Otros hombres notables han amado el libro con tal apasionamiento y en circustancias tales, que han sido sus victimas. Con razón se ha dicho que el que quiera conocer de súbito todas las miserias de la tierra, ha de verse obligado a vender sus libros. Ha de causar ciertamente una dolorosa tristeza la necesidad de vender los libros que hemos logrado reunir a costa de esfuerzos y sacrificios y que han sido nuestros compañeros fraternales en las horas de alegría y en las horas de abatimiento; esos libro, como el humanísimo “Don Quijote”, que nos han hecho reír y nos han hecho pensar, o han sido un bálsamo para nuestras heridas, o nos han aconsejado sabiamente en la incertidumbre y en la angustia.
Ante nuestra imaginación desfilan los que no tuvieron otra pasión que la del libro y por el vivieron y murieron. ¡Cuantas tragedias intimas y silenciosas!... Citemos someramente algunas de esas victimas ilustres del libro, aunque solo sea para ejemplaridad de los que, desconociendo su valor y trascendencia, sientes por el, en su triste ignorancia, indiferencia o desprecio.
El abate Claudio Goujet (1697-1767), historiador, murió de pena, después de haber vendido, por azares de la suerte, su biblioteca, en la que había llegado a reunir diez mil volúmenes. El filólogo Ricardo Brunck (1729-1803), que se vio precisado de desprenderse de sus libros, lloraba cada vez que oía citar a alguno de sus autores predilectos. De la Bedoyère logro reunir, durante veinte años, una colección de libros y estampas de la Republica francesa, y tuvo que venderla. arrepentido de ello, solo pudo recuperarla después de tantos sacrificios que le causaron la muerte. Gaupil, profesor de Botánica en Paris, murió de desesperación al ver saqueada su biblioteca por la multitud. Lo mismo ocurrió a Colnet du Ravel, que en la revolución de 1831 contemplo sus libros impiamente arrojados al Sena. El sabio italiano Urceo, después de haber trabajado una noche en su biblioteca, salio sin extinguir la lámpara, y el fuego devoro sus papeles y sus libros; el se arrojó entre las llamas para salvarlos, y luego huyo y anduvo errante por los bosques.
Conocido es también el caso de Lanwers que pasaba toda suerte de privaciones para poder enriquecer su biblioteca, y la muerte le encontró con la mirada fija en sus libros; no había querido desprenderse de uno solo de ellos para cambiarlo por un pedazo de pan. Otra victima del libro fue el austero filosofo católico Bordas Demoulin (1798-1859), que vivía pobremente, privándose de lo mas necesario para poder adquirir libros. Un día bajo de su buhardilla para comprar, con los últimos céntimos que le quedaban, un pedazo de pan; pero al pasar delante de una librería de viejo, vio un libro que le interesaba. Si lo adquiría , se quedaba sin pan. El buen filosofo no vaciló: compró el libro y volvió contento a su buhardilla, de donde salio pocos días después para el Hospital Lariboisiere y el cementerio. Proudhon, otro gran amigo del libro, confesaba haber llorado ante el caso de Bordas Demoulin y haber visto en la vida de este filosofo el reflejo de su propia vida.
Citaremos, por ultimo, el caso del ilustre periodista Armando Bertin (1801-1854), director del Journal des Débats, que se extinguió en su biblioteca, poco después de la muerte de su esposa, mientras acariciaba uno de los libros favoritos de ella...

Si hemos mencionado estas victimas del libro, entre otras muchas, esto no significa, ciertamente, que sea preciso llevar a tales extremos la bibliofilia. Tal vez alguno de esos hombres eran, mas que bibliófilos, bibliómanos: y el bibliómano ya sábeis que es un sér raro, que colecciona volúmenes por puro afán de coleccionarlos o por vanidad pueril, como podría reunir otros objetos, y sólo los conserva para sí, como guarda el avaro sus tesoros.

Carlos Rahola
Articulo premiado en el concurso convocado por la Cámara Oficial del Libro de Madrid en 1927 con ocasión de la Fiesta del Libro.

24 abril, 2007

Pregunta impertinente


Umberto Eco, aconsejaba medio en serio medio en broma la respuesta que dar a un visitante que preguntase ¡Cuantos libros! ¿Te los has leido todos?
¡NO! los que ya he leido los tengo guardados en la universidad; estos son los que debo leer par la semana que viene....

23 abril, 2007

Patrona de los Libros



Nuestra Señora de los Buenos Libros en Valencia
Los datos sobre los precedentes de esta advocación en la ciudad de valencia ha sido imposible comprobarlos, ya que la biblioteca y el archivo fueron destruidos en 1936.
Probablemente los datos mas interesantes estén el documento “Acerca de las malas lecturas” del Cardenal Sancha.
Fue este Cardenal el que, a finales del siglo pasado, creó en Valencia la Asociación Pontificia y Diocesana de Nuestra Señora de los Buenos Libros y de Prensa Católica, domiciliada en el Seminario Conciliar Central valentino y colocada la imagen de su Patrona en una Capilla de la entonces Parroquia del Santísimo Cristo del Salvador, gozando de privilegios al quedar agregada a la Basílica de Santa Maria la Mayor de Roma. Su primer Director fue un Canónigo de la Catedral, y después el mando de la Asociación pasó a los seglares, destacando tres médicos don José Prosper Bremón, don Mariano Lagarda Miralles y don Manuel Martínez Rodrigo, pasando a ocupar la ultima presidencia don Arturo Fosar Bayarri.
La fiesta anual a la Patrona se fijó el día 2 de febrero, día de la Luz, festividad de la Purificación o de la “Candelaria”, que es una de las cuatro fiestas mas antiguas de la Virgen.

Esta asociación tenia unos objetivos:
1- La recogida de libros y revistas católicas para su distribución en los centros benéficos, cárceles y hospitales. Se establecieron unos grandes buzones con este fin.
2- Creación de una “Biblioteca Católica Ambulante”.
3- Critica de libros.
4- Publicaciones: “El Cruzado Valentino” era el periódico mensual de la Asociación que “se reparte gratis si así lo quieren, y a cambio de limosna voluntaria si así lo solicitan”.

La Imagen:
La primitiva imagen se atribuye al escultor valenciano Damián Pastor, y fue realizada en los antiguos estudios de los Vergara. La actual, que mide 1,45 metros, es obra del también escultor valenciano Sr. Ponsoda, y está inspirada en una Virgen del Rosario de Vergara.

La importancia que para la Iglesia encierra esta advocación de Maria se deduce de la gran cantidad de indulgencias concedidas a la Asociación puesta bajo su patronazgo, y que aparecen recogidas en su reglamento.

Nuestra Señora de los Buenos Libros.
Publicación del Colegio Mayor Universitario Sagrado Corazón. Murcia 1962

20 abril, 2007

Recogida material escolar

M80 Radio Solidaria

CAMPAÑA DE RECOGIDA DE MATERIAL ESCOLAR PARA HONDURAS

M80 Radio y Fundación Seur responden al llamamiento que nos hace la embajada de Honduras en España para reunir material escolar para cinco departamentos del occidente del país. La Paz, Intibucá, Lempira, Ocotepeque y Copán.
Con todo el material que consigamos reunir, más de 2.500 centros educativos y 208.789 niños se verán favorecidos gracias a vuestra participación.Cómo puedes colaborar:Si dispones de alguno de los artículos de material escolar que incluimos en la lista, puedes entregarlo en cualquier oficina de Seur, que lo recogerá diariamente y de manera GRATUITA, y que será almacenado hasta el último día de campaña.
Una vez finalizada, se procederá al traslado y reparto de dicho material entre todos los centros a los que va destinado.
Consulta aqui la oficina de Seur más cercana a tu domicilio o llama al 902 10 10 10
Muchas gracias por tu ayuda

Lista de material a recoger:
Mochilas
Diccionarios escolares de bolsillo
Cuadernos de trabajo
Lápices
Bolígrafos
Reglas
Rotuladores
Lápices de colores
Borradores
Botes de pegamento
Sacapuntas

09 abril, 2007

El libro en la Edad Media

Las bibliotecas en la Edad Media ‘El libro’

Reflexionar pausadamente en el pensamiento de los grandes maestros que nos han precedido, es indispensable para los estudiosos de nuestro tiempo. Tanto en el mundo clásico como ahora sólo habido un camino: consultar las obras que ellos o sus discípulos inmediatos escribieron. Los libros se podían conservar con facilidad después que el uso del pergamino se comenzó a generalizar. Los códices de formato corriente se podían conservar cómodamente en las librerías, y los de formato más pequeño llevarlos consigo para consultarlo en todo momento.
En el tiempo de los visigodos y en los tiempos de las primeras iglesias restauradas, los libros eran guardados en la biblioteca. No era una gran sala, ni hacía falta que lo fuese, debido al poco número de libros con que se contaba. Eran unas estanterías encajadas en la pared, de las cuales tenía cura el bibliotecario, que ocupaba una celda cercana a la biblioteca para estar siempre a disposición de los que querían leer. Este personaje, era tan importante que se le tenía como un sacerdote de la cultura. En la liturgia visigótica existía una ceremónia especial para la investidura de este cargo.

Los siglos XIII i XIV trajeron profundos cambios a las librerías medievales. Antes de esos años, había bibliotecas que funcionaban en la catedral de Tarragona, de Tortosa y de Valencia, y en los monasterios benedictinos de Sant Cugat, Poblet, Santes Creus, y en el convento dominico de Santa Caterina, de Barcelona, por citar algunas.
De acuerdo con las normas, los volúmenes tenían que estar: en una sala aislada, protegida del mal tiempo y bien ventilada, amueblada con armarios de madera para protegerlos de la humedad.
Se recomendaba que la sala de lectura fuese tranquila y silenciosa. Tenia que disponer de uno o dos pupitres en los cuales tenían que estar encadenados a una barra de hierro los libros más consultados, como la Biblia, los Vocabularios y las Concordancias bíblicas, obras de teología, liturgia, historia eclesiástica, sermonarios, vidas de santos, etc.
Los libros eran inamovibles y los lectores tenían que consultarlos allí mismo. En las librerías particulares se adoptó este mismo sistema o bien otros parecidos.

LOS LIBROS

Como las bibliotecas medievales tenían más o menos los mismos textos, las principales diferencias radicaban, no en la obra sino en la autoría de cada una de las copias.
La referencia más antigua sobre libros que se tiene en la Marca Hispánica es el testamento de Sisebut, obispo de Urgel, fechado el 839.
Otra biblioteca muy conocida en Cataluña es la del monasterio de Ripoll, registrada en los viejos inventarios. Sólo la biblioteca de la catedral de Toledo puede plantarle cara en el número de manuscritos.

Los libros se podrían clasificar en : monástica, patrística, liturgia, historia, jurídica, autores clásicos, libros escolares y Biblias.
De todos los volúmenes quizás el más importante o curioso sería Psalterium argentum, hecho de hojas de pergamino teñidos de color púrpura, con letras de plata, según un procedimiento aplicado en la época romana. Es casi seguro que estuvo en la oficina palatina de Carlomagno, dónde se hacían estas obras maestras de crisografía. En la última hoja se puede leer, “ Karolus gratia Dei rex et imperator Franchorum”.

La gran importancia que tuvieron las letras a partir del siglo XIII provocaron la reglamentación del préstamo de libros en conventos y universidades. Estas entidades tenían los libros más importantes, los cuales habitualmente estaban abiertos a los estudiosos. Interesaba a las bibliotecas tener volúmenes porque permitía hacer préstamos a largo plazo y todavía vitalicios, si bien la duración del préstamo variaba.
Los títulos prestados debían aparecer en el registro de la institución. Tenían que contar con el permiso del prior, provincial o del superior general. Cuando los libros eran prestados se exigían unas garantías parea que el prestador no saliese perdiendo el libro.
El 20 de octubre de 1197, el canónigo de Barcelona Berenguer de Palou, pidió en préstamo a la Catedral de Salteri, unas epístolas, dos Evangelios de San Mateo y tres de San Juan, con el compromiso de tenerlo hasta que viviese, mejorándolos, arreglándolos y completándolos, antes de devolverlos a la catedral.
En la antigüedad clásica la redacción de documentos y la copia de códices era hecha en las tiendas de los editores, a cargo de escribanos pagados, pero con la caída del Imperio, casi desaparece la
cultura antigua. Gracias a las bibliotecas medievales se conservó gran parte de esta cultura antigua...

LOS ESCRITORIOS

En la Edad Media el escritorio era una oficina de artesanía y arte dónde eran escritos o copiados documentos y libros. Primero, eran los sacerdotes y monjes especializados en diversos oficios artesanales, porque en aquellos momentos ellos eran casi los únicos preparados para tal producción literaria. Después y poco a poco se fueron introduciendo los laicos. El pergaminero preparaba el pergamino mediante la inmersión de éste en el agua con calcio, raspado y cortado de pieles. Otro, con un objeto puntiagudo rallaba el espacio que iba a ocupar el texto.
Durante muchos siglos se utilizaba fragmentos de caña cortados o trozos de pluma de ave, también cortadas.
Durante el curso de la Edad Media, creció el nombre de lectores y se inventaron organizaciones de copia simultánea. Los monjes ya no eran los únicos amanuenses, si se trabajaba por separado en escritorios individuales, sino en aulas conjuntas dónde se usaba el sistema de la “pecia”, que permitía la copia simultánea de una misma obra en cuadernos separados.

LOS COPISTAS

Los monjes no podían leer obras de autoría pagana ni arriana, porque prevalecía el criterio “era mejor ignorar doctrinas erróneas que, en procurar conocerlas, caer en el error”.
Preferentemente se dedicaban a copiar la Biblia, obras de escritores eclesiásticos, canónicas, litúrgicas, teológicas y ascéticas. Acostumbraban a trabajar desde la salida del sol hasta las nueve de la mañana y retomaban el trabajo a las tres de la tarde hasta que desaparecía la luz. Por termino medio dedicaban unas siete u ocho horas a escribir en un reverente silencio. Los monjes además dedicaban tres horas diarias a la lectura.

La confección del libro manuscrito, si estaba decorado, era un trabajo muy delicado y entretenido. Por eso cuando el escribano acababa su trabajo, hacia constatar su satisfacción al final del codex y pedía a sus lectores que lo recordasen en sus pregárias.
Muchas veces se empezaba a copiar un libro y se dejaba el espacio libre para la ilustración. Trabajo que normalmente realizaba otro especialista.

LOS ENCARGOS

En un tiempo que los libros se habían de copiar a mano los encargos eran numerosos, y también las Biblias y los libros que la comentan.
El rey Martín pedía copia de la glosa sobre el Saltiri de Nicolau de Lira, por el cual pagó 1.142 sueldos y dos dineros de Barcelona por este trabajo hecho sobre pergamino.
Los encargos muchas veces provocaban el préstamo de obras entre bibliotecas o monasterios para poder realizar las copias por un artista local.

http://www.iespana.es/TemplariosHoomer/biblioteca.htm - 2004.12.

La imprenta en España

Varias ciudades se disputan el haber sido la cuna del primer libro impreso español, pero se acepta generalizadamente que el primer impresor español fue Juan Párix de Heidelberg en un pueblo de Segovia, Aguilafuente. Juan Párix fue llamado por el Obispo Juan Arian Dávila. El impresor se estableció en Segovia hacia 1472, donde imprimió al menos ocho libros hasta 1474 ó 1475 Podemos, por tanto, afirmar que el primer libro impreso en España fueron las actas de un Sínodo celebrado en Agulilafuente y que es conocido como El sinodal de Aguilafuente. Fue impreso hacia 1472.
En Barcelona y Zaragoza se establecieron otros impresores.
Los incunables: Los libros incunables son aquellos que se imprimen desde la invención de la imprenta, en 1450 hasta el año 1501. Están por tanto en los primeros años de la imprenta, en la cuna de la imprenta incunabulum. Los incunables tratan de imitar los manuscritos, por ejemplo se dejan huecos para las ilustraciones, para las orlas y para las iniciales.
[En el año 1472, la villa segoviana de Aguilafuente fue testigo de un Sínodo que organizó el inquieto obispo de Segovia, monseñor Juan Arias Dávila. Poco tiempo después, el primer libro impreso en España recogía los resultados de esta Asamblea. Y es que el obispo Arias, movido por el deseo de formar al clero de su diócesis, decidió llevarse de Roma al impresor alemán Juan Párix, al que se considera autor del Sinodal de Aguilafuente, que recoge las conclusiones de aquella reunión, y de, al menos, otros siete libros más].

La Biblioteca Ambrosiana


La Iglesia Católica, celosa de la cultura, hasta el fuego del 1943 que destruyó 55.000 preciosos volúmenes, guardó allí las primeras ediciones de Kepler y de Galileo, los diálogos sobre el arte poética del Tasso, el vocabulario de la Crusca pertenecientes a Federico Borromeo (Cardenal y Arzobispo de Milán 1564 + 1631), varias obras de Cartesio y tantísimos clásicos.

La Biblioteca Ambrosiana de Milán-Italia, fue fundada en el 1609 por el Cardenal Federico BORROMEO, primera en Italia abierta al público y una de las más importantes del mundo. Tiene un patrimonio de cerca de 700.000 volúmenes estampados, de los cuales mas de 10.000 del ‘500, poco menos de 3.000 incunables (los libros entre el 1450 y el 1500, cerca de 30.000 manuscritos que van del siglo V al siglo XVIII. Entre estos, está el célebre «Codice Atlantico» de Leonardo, el Virgilio de Tetrarca, autógrafos del Boccacccio, Ariosto, Galileo, Beccaria, Manzini. El bombardeo del 15-16 agosto del 1943 destruyó 55.000 volúmenes editados en buena parte en el XVI y el XVII. El prefecto que la dirige desde el 1989 es Monseñor Gianfranco RAVASI, notísimo biblista y teólogo de la Iglesia Católica.

05 abril, 2007

El Autor a su libro. Quartetos

El Autor a su libro.

Quartetos

No temas, libro, el salir
libre, i seguro a bolar;
que es antigo el murmurar,
i no ay poderse eximir
No deves fundar agravio,
de azer de ti menosprecio;
pues sabes no agravia el necio,
i que disimula el sabio.
Si te juzgan de atrevido,
de tu umildad por descargo;
i si de ella te azen cargo,
que Tomas la causa a sido.
Pues si es cierto, que cualquiera
mejor que yo te acabara;
quien pudiera no faltara,
pero faltó quien quisiera.
Si de dos daños, sin duda
deves seguir el menor;
padezca en salir tu onor,
no quede la fama muda.
Ve por el mundo, i publica
las grandes fiestas que a echo
esta Ciudad, que en el pecho
siempre es noble, i siempre es rica,
Que aunque fueron ecesivas,
i entonces tan celebradas:
pasaran como soñadas,
si en ti no quedaran vivas.

Solenes i grandiosas fiestas q la noble, i leal Ciudad de Valencia a echo por la Beatificación de su Santo Pastor, i Padre D. Tomas de Villanueva.
Geronymo Martinez de la Vega
Valencia, por Felipe Mey, 1620

Al Critico Censor

Al Critico Censor,
Dezima.

Ni advertencia, ni conceto,
pienso censor apuntarte:
que soy necio en avisarte,
si tu eres sabio, i discreto.
Mas si tu humilde sujeto
no es ijo de Salomón,
uye de la detraccion:
que sobervio desatino,
ser curioso Censorino,
Sin llegar a ser Caton.



Solenes i grandiosas fiestas q la noble, i leal Ciudad de Valencia a echo por la Beatificación de su Santo Pastor, i Padre D. Tomas de Villanueva.
Geronymo Martinez de la Vega
Valencia, por Felipe Mey, 1620