30 noviembre, 2007

Colofón de Diego de Gumiel. Siglo XVI.

A loor y gloria de nuestro señor Ihesu Christo y la sacratissima virgen maria señora ntra: es imprimido el libro del famoso poeta y orador Francisco Petrarca delos remedios contra prospera y adversa fortuna enla muy noble villa de Valladolid por Diego de gumiel. El qual tiene cedula del rey ntro. Señor para que ningun imprimidor ni librero le pueda imprimir ni vender en estos reynos sino del dicho diego de gumiel o quien su poder oviere/por espacio de cinco años primeros siguientes: que corren desde oy que se acabo el dicho libro: que son XVIII. Dias del mes de março del año de M.d.x.”

Petrarca, Francesco (1304-1374)
Delos [sic] remedios cōtra prosp[er]a y aduersa fortuna ... / Francisco Petrarca ; Francisco d[e] Madrid ... la traslacion q[ue] hizo d[e] latin en roman[n]ce
En ... Valladolid : por Diego de gumiel, XVIII ... março ... 1510
[228] f. ; Fol. (28 cm)

29 noviembre, 2007

Una obra, cuando menos curiosa.

Preservativo contra la irreligión, ó Los planes de la Filosofía contra la Religión y el Estado, realizados por la Francia para subyugar la Europa, seguidos por Napoleón en la conquista de España, y dados á la luz por algunos de nuestros sabios en perjuicio de nuestra Patria / por Fr. Rafael de Vélez. Examinador sinodal del Obispado de Sigüenza, y lector de Sagrada Teología en su convento de PP. Capuchinos.
Reimpreso en Valencia : En la Imprenta de Francisco Brusola, 1813

"La Enciclopedia compuesta por los principales filósofos de la Francia, el Gran Diccionario de Baile, el Espíritu de las leyes publicado por Montesquieu, el Pacto Social dado a luz por Rousseau, el Tratado de la razón humana, el Examen de la religión, la Princesa de Malavar, el Cristianismo descubierto, el Examen critico de los apologistas de la religión cristiana, el Sistema de la naturaleza, el Hombre maquina, las Obras de Volter... un enxambre de libros envenenados que servían de catecismo a los que se preciaban de sabios, que todos leían por ser moda, y no caer en la nota de ignorantes, era la general sentina de los mayores vicios contra la moral de la religión, un copioso índice de argumentos y sofismas contra nuestra fe, y los conductores de un fuego que por la libertad de la imprenta corría de uno a otro extremo de la Francia, alarmando los habitantes contra sus soberanos, contra la religión y los ministros del santuario".
Pág.27

28 noviembre, 2007

Pico della Mirandola


Giovanni Pico della Mirandola nació el 24 de febrero de 1463, fue un lector precoz y entre 1480 y 1482 estudió en Padua con Nicoletto Vernia da Chieti y Elia del Medigo, quienes le enseñaron hebreo y consiguieron que fuera un docto comentarista del pensamiento de Aristóteles. El griego lo aprendió con Manuele Adramiterno. Y entre 1485 y 1486 estudio teología en Paris. A su regreso a Italia fue acogido por Lorenzo de Medicis, y con solo 23 años redacto una circular para invitar a los teólogos romanos a disputar con él, 900 tesis sobre tópicos que abordaban “proposiciones dialécticas, morales, físicas, matemáticas, teológicas, mágicas, cabalísticas, que eran propias de las sabidurías caldea, árabe, hebrea, griega, egipcia y latina”. Pero esto en vez de un debate le llevó a una condena por herejía.
Pico della Mirandola se defendió con un escrito en 1487 que se titulaba “Apología” pero no pudo impedir el ataque de la Iglesia. A pesar de todo siguió escribiendo hasta su muerte acaecida en 1494 debida a una fiebre inexplicable.
Gracias a su riqueza formó una biblioteca inmensa, catalogada en mil ciento noventa y un títulos sobre magia, filosofía, religión, cábala, historia y matemáticas en latín, griego, hebreo, caldeo y árabe. Todos ellos anotados por su dueño.
Dos años después de la muerte de Pico, el cardenal Domenico Grimani compró la biblioteca, deseando poseer las obras de Aristóteles, Averroes, Ramón Llull, Platón, Leonardo de Pisa y un largo etc.
A la muerte del cardenal los libros fueron su legado a la biblioteca del monasterio veneciano de San Antonio en 1523, y allí permanecieron hasta el desgraciado incendio de 1687 que redujo todo el complejo a cenizas.

27 noviembre, 2007

Libro-abecedario


El libro-abecedario que se utilizó entre los siglos XVI y XIX era el primer libro para escolares.
Este consistia en un delgado tablero de madera, normalmente de roble, de 23 cm de ancho por 13-15 cm de alto, que llevaba una hoja impresa con el alfabeto, y algunas veces los nueve digitos y el Padrenuestro. Tenia un mango y estaba cubierto por una pelicula transparente de asta para evitar que se ensuciara. El tablero y la lamina de asta se mantenian unidas gracias a un marco de latón.

26 noviembre, 2007

Colofón del Beato de Silos

El Infierno. Beato de Silos.

Si no sabes lo que es la escritura
podrás pensar que la dificultad es
minima, pero si quieres una
explicación detallada, déjame decirte
que el trabajo es duro:
nubla la vista, encorva la espalda,
aplasta la barriga y las costillas,
tortura lo riñones y deja todo el
cuerpo dolorido.

23 noviembre, 2007

Lectores

Lectores, si empezais, leedme todo;
Y leído, sabréis bien lo que digo,
Entonces juzgareis y hareis testigo
De lo que visto habreis, estilo y modo.
Podreisme condenar o hacer apodo
De mi o si quereis darme abrigo;
A todos me humillo, soy buen amigo
De quien me juzgara no como a godo.
Soberbios no paseis mas adelante,
Si teneis presuncion de lastimarme
Porque no tengo yo fuerza de Atlante,
Para me sostener ni descargarme.
Mirad que si me heris me dareis tuerto
Y ¿que honra ganareis hiriendo a un muerto?

Micer Luis Pons de Ycart. "Libro de las grandezas y cosas memorables de Tarragona"
Lerida, 1573

22 noviembre, 2007

Don Quijote de la Mancha. Cap. 62

Portada de la edición princeps de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, aparecida en 1605
Pero digame vuestra merced: este libro, ¿imprímese por su cuenta, o tiene ya vendido el privilegio a algun librero?
- Por mi cuenta lo imprimo –respondió el autor-, y pienso ganar mil ducados, por lo menos, ocn esta primera impresion, que ha de ser de dos mil cuerpos, y se han de despachar a seis reales cada uno, en daca las pajas.
- ¡Bien esta vuesa merced en la cuenta! –respondio Don Quijote-. Bien parece que no sabe las entradas y salidas de los impresores, y las correspondencias que hay de unos a otros; yo le prometo que, cuando se vea cargado de dos mil cuerpos de libros, vea tan molido su cuerpo, que se espante, y mas si el libro es un poco avieso y no nada picante.
- Pues ¿que? –dijo el autor-. ¿Quiere vuesa merced que se lo dé a un librero, que me dé por el privilegio tres maravedís, y aun piensa que me hace merced en dármelos? Yo no imprimo mis libros para alcanzar fama en el mundo, que ya en el soy conocido por mis obras: provecho quiero, que sin el no vale un cuatrín la buena fama.
- Dios le dé a vuesa merced buena manderecha –respondio el Quijote.

Miguel de Cervantes. Don Quijote de la Mancha, II, cap. 62

21 noviembre, 2007

La encuadernación



De sus librerias salen diferentes encuadernaciones, como llana de pergamino, dorada de pergamino, a la italiana verdadera, dorada Breviario, llana de becerro, de Breviario o Misal vayo, negro y otros colores, Breviario de cuatro cortes, dorado, embutido las tablas, matizado de colores, bordadas y matizadas las hojas. Encuadernacion de cartones, llana o dorada, libro de Coro de Iglesia, de Caja y otros.
Los instrumentos que intervienen en su magisterio son : plegadera, mazo de hierro y piedra para batir; telar para coserle con sus clavijas, y aguja larga; reglas para enlomarle con su prensa, ingenio para cortarle, con lengüeta, tornillo y tuerquecilla; sisa para dorarle, cabezadas de cordel y valdrés; varios hierros para labrar tablas y cortes, ruedas y viradores para lo llano, cepillo, gubia, punzón, tijeras, martillo y otros. De sus librerias salen diferentes encuadernaciones, como llana de pergamino, dorada de pergamino, a la italiana verdadera, dorada Breviario, llana de becerro, de Breviario o Misal vayo, negro y otros colores, Breviario de cuatro cortes, dorado, embutido las tablas, matizado de colores, bordadas y matizadas las hojas. Encuadernacion de cartones, llana o dorada, libro de Coro de Iglesia, de Caja y otros.
Los instrumentos que intervienen en su magisterio son : plegadera, mazo de hierro y piedra para batir; telar para coserle con sus clavijas, y aguja larga; reglas para enlomarle con su prensa, ingenio para cortarle, con lengüeta, tornillo y tuerquecilla; sisa para dorarle, cabezadas de cordel y valdrés; varios hierros para labrar tablas y cortes, ruedas y viradores para lo llano, cepillo, gubia, punzón, tijeras, martillo y otros.
Cristobal Suarez de Figueroa. Plaza Universal de todas las ciencias y artes; Madrid, Luis Sanchez, 1615.

Cristobal Suarez de Figueroa. "Plaza Universal de todas las ciencias y artes"; Madrid, Luis Sanchez, 1615.

20 noviembre, 2007

Real Provisión del 18 de diciembre de 1477.

Sepades que Maestre Miguel de Chanty, alemán, impresor de libros de molde, estante en estos nuestros reinos, nos hizo relación por su petición diciendo que el ha sido uno de los principales inventores e factores que han sido de este arte de facer libros de molde. E que el e sus oficiales han hecho e facen de cada día muchos e diversos libros de molde de todas facultades. E el delibero de se poner a muchos peligros de la mar por traer a estos nuestros reinos, como ha traído muchos e muy notables libros e de todas facultades, con que ha ennoblecido muchas librerías e ha proveído de lecturas a muchos letrados en nuestros reinos, lo cual todo redunda en honra e utilidad d’ellos e de los naturales d’ellos. A lo cual todo el se dispuso creyendo que seria bien tratado en estos nuestros reinos y que no le serian perdidas ni llevadas imposiciones, e que los libros que vendiese serian libres de almoxarifazgo e alcabalas e otros derechos, como lo son e deben ser siempre en estos nuestros reinos e en todos los reinos e provincias e tierras de cristianos [...]. Y es mi merced que se cojan e paguen las alcabalas de diezmo de todas las cosas que se vendieron y compraren, salvo de armas y caballos y potros y mulos y mulas de silla, y de pan cocido e de libros y aljófar en grano que no sea puesto en alguna labor de oro e plana amonedada o de otra moneda amonedada, e de falcones e de açores e gavilanes e otras aves de caça.

Real Provisión del 18 de diciembre de 1477, en Sevilla, dirigida a los “nuestros almoxarifes y a los arrendadores” de Sevilla, Cádiz y San Lucar de Barrameda.

19 noviembre, 2007

La Biblioteca de Felipe IV.



El Bibliotecario Real del Rey Felipe IV (Valladolid 1605-Madrid 1655), Francisco de Rioja (Sevilla 1583-Madrid 1659), en 1637 clasificó la biblioteca con un Índice (Clavis librorum) por materias y con dos referencias topográficas una de “estante” y otra de “numero”:
La primera nos dice el armario y el entrepaño donde estaría el libro y la segunda el lugar que ocuparía en cada orden.
Son 22 estantes (en esa época se llamaba así a los armarios) que tapizan la sala.
Este índice tiene notas y descripciones de la época. Tiene 40 materias y nos muestra la personalidad del Rey, que utiliza sus libros como entretenimiento y para gobernar, es decir un uso practico. Consta de 2.000 libros escritos o traducidos en lenguas vulgares de los que tan solo 50 son manuscritos.

Esta biblioteca de la Torre Alta o Torre Dorada fue llamada por Lope «diamante de librerías»

Índice de los libros que tiene su Magestad en la Torre Alta deste Alcazar de Madrid. (manuscrito 1637). Francisco de Rioja (Bibliotecario Real)

16 noviembre, 2007

Recetas para hacer tintas en el S. XV.

REÇETA PARA HAÇER TINTA SIN FUEGO, PARA PAPEL O PERGAMINO DELGADO.

Toma tres azumbres de vino, e échalo en una olla, e echa en ella tres libras de agallas partidas y molidas, y mira que el vino no sea vinagre.
Ytem, toma otro azumbre de agua y échalos en otra vasija, y echa en ellos dos libras de açije bueno. La señal de lo que es bueno es que dentro tiene unas pecas azules.
Yten, toma otro azumbre de agua y échalo en otra vasija, y echa en él una libra de goma aráviga molida. Ten estos materiales en remojo çinco o seis días, e después de meçidos cada día dos veçes a lo menos, echa en las agallas la goma, meçiendolas un poco, e después cuélalas en otra olla y échale a la vuelta el açije, guardando que no eches el suelo o lodo del açije.
Desque estuviere todo junto, échale dentro una libra de caparroso molido e no le tornes a colar, y desta manera pueden acresçentar o amenguar. Nota que esto no quiere estar en vasija de cobre, mas de barro vidriado o vidrio.

REÇETA PARA HAÇER TINTA SIN FUEGO PARA LETRA Y PUNTO GRUESO EN PERGAMINO.

Toma tres libras de agallas bien molidas y échalas en una vasija.
Ytem, dos libras de caparroso bien molido en otra, una libra de goma en otra vasija., toma cinco azumbres de vino blanco y puro, y echa la mitad en las agallas y la otra mitad reparte el caparroso y goma igualmente, y tenlo así dos o tres días, meçiéndolo cada día dos o tres veces, y después cuela las agallas y goma y no el caparroso y júntalo, e échale ocho claras de huevos bien batidas, e déxalo un poco asentar, e no has menester mas fuego. Por esta cuenta puedes acrescentar o amenguar. Con las heçes de estas tintas puedes hazer otra común, añadiéndoles algo.
Escribiose este libro en año de mil e quatrocientos y noventa e nueve, syendo prior el muy Reverendo nuestro padre frey Pedro de Vidania, e escribano frey Diego de Ecija.

Archivo del Monasterio de Guadalupe. Códice E-I,
Publicado por el P. Carlos G. Villacampa

15 noviembre, 2007

Micer Luís Pons de Ycart

-¿Por qué quieres salir, di, libro mío,
tan presto a la luz, pues los lectores
suelen agora ser graves censores
que juzga cada cual a su albedrío?
Harto tiempo ternás, yo lo confío;
recógete a mí, que tus errores
yo los he de enmendar y hacer menores,
de lo que agora son y darles desvío.
De ingenio de varón flaco has nacido,
de un soplo te echarán a ti y al padre;
huérfano quedarás también sin madre,
echado en un rincón y aborrecido.
-Perded, padre, el temor que voy guiado
Pues de su Majestad soy amparado.

Micer Luís Pons de Ycart(Tarragona 1518/1520-1587)
"Libro de las grandezas y cosas memorables de Tarragona”, Lérida, 1573

14 noviembre, 2007

La librería y la encuadernación en España en la época medioeval

«Parece justificada la carencia de datos sobre la historia del comercio de la librería medioeval, si se tiene en cuenta que ni la producción ni los pedidos o venta podían abundar, pues las obras manuscritas, bastante entretenidas en su caligrafía, necesariamente habían de resultar caras por el tiempo invertido en copiarlas, aunque fuesen modestas y sin ornamentación policroma; máxime cuando esas copias eran obra de lujo, escritas sobre vitelas y pergamino, estaban adornadas con miniaturas e iniciales, realzadas con oro y plata, de pulcra labor.
Ya se habían establecido imprentas en España en el año 1495, cuando Sancho Martín legaba al monasterio de Scala Dei cincuenta florines de oro para que fuese escrita una Biblia y se ornamentase un oratorio, todo lo cual abona que ese comercio fuese anexo al de la encuadernación, al de copistas y al de la papelería y pergaminería. La circunstancia de haber sido la palabra «librero» hasta el siglo XVIII, sinónima de «encuadernador» demuestra que ambos ejercicios se practicaban por una misma clase de establecimientos e individuos. El ramo comercial de librería toma cuerpo y aparece francamente deslindado después de la invención de la imprenta que tuvo efecto hacia mediados del siglo XV, por lo que se abarató el costo de los ejemplares, a partir de cuya innovación se halla con frecuencia designado como «mercader de libros», el individuo dedicado al ejercicio de la librería, distinto ya del librero encuadernador, pero en cuyo concepto se involucra todavía al editor y vendedor de libros, actualmente dos especialidades bien definidas».
(Enciclopedia Universal Ilustrada, Espasa Calpe, S. A., Madrid).

13 noviembre, 2007

Lo que ha de ser.


Toma ejemplo del papel,
que se hace de trapos viejos
y sube hasta los consejos
y a que escriba el rey con él.
¿Quien hay que aliento no cobre
viendo el papel que ha subido
a escribirle al rey, si ha sido
una camisa de pobre?

Lope de Vega, “Lo que ha de ser”, Acto III

12 noviembre, 2007

Noticia de 1813

DIARIO DE VALENCIA
Martes 13 de Julio de 1813

NOTICIAS PARTICULARES DE VALENCIA.
Aviso. Desde hoy en adelante estará de manifiesto la libreria del difunto Canónigo D. Vicente Blasco, en su casa mortuoria, de 10 a 12. por la mañana, y de 4 a 6. por la tarde: el que quiera comprar algunos libros, podra acudir a dichas horas.

09 noviembre, 2007

La Catedral de Valencia


La Catedral de Valencia ha inaugurado un nuevo portal en internet, en él podreis hacer un recorrido por la historia de la Seo Valentina, acompañado de unas imagenes excelentes. Os lo aconsejo, no dejeis de hacer la visita.

Aqui os dejo la dirección.


El libro segun Luca da Penne.


Es el libro la luz del corazón, espejo del cuerpo, maestro de las virtudes, expulsor de los vicios, corona de los prudentes, diadema de los sabios, gloria de los buenos, honra de los eruditos, compañero en el viaje, amigo en casa, colocutor y confabulador del que calla, socio y compañero del que preside, vaso lleno de sabiduria, caja de olores de la elocuencia, huerto lleno de frutos,prado señalado de flores, principo de la inteligencia, repuesto de la memoria, muerte del olvido, vida del acuerdo, llamado, corre; mandado, se apresura; siempre esta pronto, jamas inobediente; preguntado, al punto responde; ingenuo consejero; no adula, no habla para complacer; a nadie perdona, porque a nadie teme; en nada miente, porque nada pide; jamas le molestas, aunque a ti te de molestia; revela los arcanos, aclarece lo oscuro, asegura lo incierto, resuelve lo perplejo; defensor contra la adversa fortuna, moderador de la favorable, aumenta las riquezas, evita la ruina; pozo inagotable, tesoro inmenso, erario inacabable, paraiso en donde no te pueden arrojar, sino cuando quisieres; amenidad fructifera de que puedes gozar mientras quieras; maestro agradecido, que te hace sabio si te halla ignorante, etcétera.

Luca da Penne (Penne, 1325 – 1390?) Jurista italiano.

08 noviembre, 2007

Literatura, educación y bibliotecas romanas.

Se llamaba biblioteca a una colección de libros o al lugar que los contenía. Ptolomeo Filadelfo estableció en Alejandría la primera biblioteca celebre , y se componía de 700.000 volúmenes, junto a la biblioteca había un edificio llamado Museo, colección de objetos relativos a las artes y ciencias (id est, domicilium vel templum Musis dedicatum), destinado para una academia o sociedad de sabios que se mantenía a expensas del estado.
Asinio Polión formó el primero en Roma una biblioteca publica, situada en al atrio del templo de la Libertad sobre el monte Aventino. Augusto estableció después dos bibliotecas mas; pero la principal de todas las de Roma era la biblioteca Ulpiana fundada por Trajano. Muchos particulares poseían bibliotecas o librerias considerables, especialmente en sus casas de campo. Las bibliotecas estaban adornadas con estatuas y cuadros, y con los retratos de los sabios y hombres de ingenio. Los libros se hallaban ordenados y numerados en armarios o estantes colocados a lo largo de las paredes y estas y los techos con adornos de vidrio.

Alejandro Adam.
Tratado de las Antigüedades Romanas. Madrid; Imp. De Miguel de Burgos; 1828

07 noviembre, 2007

Modo de escribir de los romanos.

La escritura es un indicio constante de civilización. Evandro fue el que llevo de la Grecia al Lacio el conocimiento de las letras, y por eso las latinas tuvieron en su origen la misma forma que las griegas. En un principio se emplearon para escribir hojas de árboles o la corteza interior llamada liber, de donde las hojas de papel se dijeron después chartae, folia, y liber un libro. También se escribía sobre lienzos y en tablillas bañadas de cera. En tiempos de Alejandro el Grande se comenzó a fabricar papel de cierta planta o cañas de Egipto llamada papyrus, de las que tomo su nombre el papel. El papyro tenia cerca de diez codos de altura. Estaba revestido de muchas capas o membranas nacidas unas sobre otras , a semejanza de las películas de una cebolla, las cuales se separaban con un instrumento de punta sutil. Se extendía sobre una mesa una capa de estas hojas colocadas paralelamente, luego una segunda capa cruzada o de travieso que se tejía con la primera como los hilos de una tela, y humedeciéndolas con agua cenagosa del Nilo que les servia de gluten, se las ponía bajo una prensa, y después se secaban al sol. Estas hojas así preparadas se unían unas con otras por las extremidades, y se plegaban en rollos que no contenían nunca mas de veinte hojas. Solía pulirse este papel con una especie de concha o con el colmillo de un jabalí. El mejor papel en tiempo de Augusto se llamaba Augusta regia, y después tomo el nombre de Claudia por las innovaciones que el emperador Claudio introdujo en su fabricación; el que servia par envolver se decía emporetica (involucra). Uno de los Ptolomeos, émulo de Eumenes rey de Pérgamo, el cual pretendía rivalizar con el en la magnificencia de sus bibliotecas, prohibió que se exportase de sus estados los papeles o papyros; pero se descubrió en Pérgamo el arte de preparar los pergaminos (libri pellibus tecti, scripti), de donde se les llamó pergamena s.c. charta vel membrana, en cuya materia nos han quedado la mayor parte de los manuscritos antiguos.
El instrumento de que se servían para escribir sobre las tablillas enceradas o sobre las hojas, cortezas de árboles o planchas de cobre, era un punzón de hierro que remataba en punta aguda llamado stylus o graphium. Para escribir en papel o en pergamino empleaban una caña afilada y abierta por la punta como nuestras plumas; se decía calamus, fistula, arundo, y la mojaban en tinta. Por lo común escribían sobre tablillas barnizadas de cera; y como uno de los extremos del punzón era plano, cuando querían hacer correcciones borraban con el lo escrito, y sustituían en aquel mismo puesto lo que debía decir. Cuando la obra había ya recibido las enmiendas y correcciones necesarias, se trasladaba al papel o pergamino y se publicaba. También hacían uso de un papel grosero borroso, o de una especie de pergamino (charta deletitia) llamado palimpsesto o palinxesto (compuesto griego equivalente a rursus rado), en el cual podían fácilmente confundir lo escrito y escribir de nuevo; a veces variaban las expresiones en los interlineados (supra scripto).
Los romanos llevaban sus libros de apuntes o memorias (adversaria-orum) para tener presentes las cosas que podían olvidárseles, y después transcribían o copiaban su contenido con mas cuidado; asi, referre in adversaria, tomas nota de una cosa.
Comúnmente no escriben sino en una cara del papel o pergamino, en seguida unían las hojas por los extremos hasta la conclusión de una obra, y las arrollaban alrededor de un cilindro o de un palo liso, y a esto se llamaba volumen o rollo; de aquí se decía metafóricamente notionem evolvere por desenvolver una idea o explicarla. Los autores acostumbraban comprender un solo libro en un volumen, de modo que una obra constaba, de tantos volúmenes como libros tenia, a no ser que fuese muy extensa, en cuyo caso se dividía en dos o mas volúmenes.
Concluido un libro o volumen, se le pegaban a los dos extremos de afuera para su conservación y ornato unas bolitas de madera, hueso o cuerno llamadas umbilici, por su semejanza con esta parte del cuerpo humano, y sobre ellas se arrollaba el libro. Solían los romanos llevar consigo unas tablillas de escribir dichas pugilares, porque se podían encerrar en el puño, y allí apuntaban las cosas mas notables de su propia mano, o por medio de un esclavo que de este empleo tenia el nombre de notario o tabelario. Llevaban metido en un estuche el estilo o grafio, del cual se servían por las calles en defecto de otra arma para su defensa. Se decía scrinium vel capsa la caja en que se guardaban las tablillas, el papel y los instrumentos de escribir. El esclavo que conducía a los niños a la escuela se llamaba capsario de la caja que llevaba. La denominación de pedagogo (poedagogus) se daba propiamente al maestro particular que se tenia en casa, y solía ser de la clase servil, a diferencia del profesor publico llamado preceptor, doctor, magíster; pero no dominus, que corresponde a nuestra voz señor, a no ser por política, pues designaba un amo de esclavos (qui domi praest vel imperat, dominus). Una obra escrita por la mano del autor, sin el auxilio de amanuense se decía autógrafo o idiografo; los registros diarios y memorias, diaria, ephemerides; y las colecciones de obras diversas o trozos elegidos, commentarii electorum. Los libros que vendían los libreros estaban pulimentados con la piedra pómez, y cubiertos de una piel lisa. Para remitir un libro se ataba con bramante, y se sellaba el nudo con cera, y lo mismo las cartas; luego se le envolvía en un pergamino o papel burdo, y en el dorso se ponía el sobrescrito.
Julio César en sus despachos al senado introdujo la costumbre de dividirlos en paginas, y plegarlos en forma de libro de faltriquera como los nuestros (libelli vel codicilli). Se llamaba diploma el escrito que contenía algún derecho o privilegio exclusivo concedido por el emperador o por algún magistrado: tenia dos hojas escritas a una sola cara , y era semejante a lo que llamamos ahora despacho o letras-patentes libellus duplicatus vel duorum foliorum). Todo escrito en papel, pergamino u otra materia, plegado en forma de libro, y compuesto de muchas paginas colocadas unas sobre e otras, tenía el nombre de códice o código (codex, quasi codex tabularum contextus) que después se dio a las colecciones de leyes.
Aunque la voz litterae se aplicaba a toda clase de escritos, designa mas bien el genero epistolar. A los ausentes se enviaba lo que se decía epístola, y a los presentes codicilos (vel libelli). Los romanos dirigían sus cartas poniendo primero sus nombre, enseguida el de la persona a quien escribían, a veces con la adición suo en señal de familiaridad o de cariño. Los que ejercitan algún cargo añadían sus titulos, y solo en las cartas de los amigos íntimos se servían de las expresiones humanissimi, dulcissimi, animae suae....
Los libreros bañaban las obras con un extracto de cedro (cedro illiniebant) para preservarlas de la polilla y de la corrupción, y señalaban sus títulos o el índice con bermellón o con púrpura. Las fabricas de papel se llamaban officinae chartariae, y tabernae los sitios o tiendas donde se vendía.

Alejandro Adam
Tratado de las Antigüedades Romanas. Madrid; Imp. De Miguel de Burgos; 1828

06 noviembre, 2007

Federico II


Federico II el Grande, rey de Prusia (Berlín, 24 de enero de 1712 Sans-Souci, 17 de agosto de 1786). Perteneciente a la Casa Hohenzollern, hijo de Federico Guillermo I y Sofía Dorotea de Hannover, era a la vez, capitán de sus ejércitos y fanático lector y escritor apreciable. Sus obras alcanzan los 25 volúmenes impresos con una tipografía excelente. Este tenia su biblioteca en el palacio de Sans-Souci, en Postdam, y durante sus campañas militares se hacia acompañar de una pequeña biblioteca selecta, ya que amaba los libros de pequeño tamaño, los de octavo y doceavo, en tanto que rehuia los en cuanto y en folio. Sus preferencias por la encuadernación era el marroquín rojo con cortes dorados, y en algunos sus iniciales F.R., figuraban en las tapas estampadas en oro.

05 noviembre, 2007

A mis libros


ODA

Fausto consuelo de mi triste vida,
Donde continuo a sus afanes hallo
Blandos alivios, que la calma tornan
Plácida al alma;

Rico tesoro, deliciosa vena
Do puros manan, cual el almo rayo
Que Febo lanza, esclareciendo el orbe,
Santos avisos;

Donde Minerva providente cela
Sus maravillas, monumento ilustre
Del genio excelso que feliz me anima,
Libros amados

Do de los siglos la fugaz imagen,
Donde, natura, tu opulenta suma,
Del seno humano el laberinto ciego,
Quieto medito.

Nunca dejéis de iluminarme, nunca
En mi cansada soledad de serme
Útil empeño, pasatiempo dulce,
Séquito grato.

Vuestro comercio el animo regala,
Vuestra doctrina el corazón eleva,
Vuestra dulzura célica el oído
Mágica aduerme;

Cual reverdece la sonate lluvia
Al seco prado, y regocija alegre
La árida tierra, que su seno le abre,
Madre fecunda.

Por vos escucho en el aonio cisne
La voz ardiente y cólera de Ayace,
Los trinos dulces que el amor te dicta,
Cándido Teyo.

Por vos admiro de Platón divino
La clara lumbre, y si tu mente alada,
Sublime Newton, al Olimpo vuela,
Raudo te sigo;


En la tribuna el elocuente labio
Del claro Tulio atónito celebro;
Con Dido infausta dolorido lloro
Sobre la hoguera.

Sigo la abeja, que libando flores
Ronda los valles del ameno Tibur,
Y oigo los ecos repetir tus ansias,
Dulce Salicio (*)

Viéndome así del universo mundo
Noble habitante, en delicioso lazo
Con las edades que en el hondo abismo
Son de la nada.

Nunca preciados, do la suerte, ¡Oh libros!,
Lleve mi vida, cesaréis de serme,
Ora me encumbre favorable, y ora
Fiera me abata;

Bien me revuelva en tráfagos civiles,
Bien de los campos a la paz me torne,
Siempre maestros de mi vida, siempre
Fieles amigos.

(*) El dulcísimo poeta Garcilaso

Juan Meléndez Valdés. (1754-1817)

02 noviembre, 2007

El amor al libro

El amor al libro ha despertado siempre pasiones llegando a veces a ser dramáticas o también cómicas vistas desde la distancia de los años.
El helenista Turnebe el día de su boda olvido ir a la iglesia, porque estaba absorto en la lectura de los clásicos.
Guillermo Bude mientras leía a Virgilio contesto a su criada, que horrorizada le anunciaba que la casa estaba ardiendo “Ya te he dicho que las cosas de la casa se las cuentes a la Señora”.
El Abate Goujet murió de pena al verse obligado a vender su biblioteca.
Jules Danin decía “Amigos míos: el que quiera conocer de una sola vez todos los males de esta vida, que venda sus libros”.
El Botánico Gospil murió desesperado al ver su biblioteca sometida al pillaje.
El Señor Jules Claretie, dono su colección de libros románticos a la Biblioteca del Arsenal de Paris, un tiempo después se presento al director de la biblioteca vestido de una manera muy pobre, y le solicito permiso para hojear sus libros, dos días después de esta petición, se quito la vida.
El marques de Chalabre murió de un ataque de desesperación , al no poder adquirir un ejemplar de cierta obra que jamás había existido: Una Biblia que un buen día se había inventado Charles Nodier.
Brunet murió sentado en una silla, rodeado de libros igual que había vivido.
Mommsen, agotado y somnoliento, prendió fuego a sus cabellos en la bujía con que se alumbraba mientras trabajaba en su biblioteca, y murió pocos meses después a consecuencia de las quemaduras sufridas.