28 septiembre, 2007

Que mala es la ignorancia


La conducta del ilustre cardenal Cisneros y de nuestros inquisidores, no merece por mi parte ningun reproche, ni tiene absolutamente ningun motivo para mi indignacion: aquello no lo hicieron por odio a las letras ni a las artes; y ¡como habia de ser enemigo de las mismas el fundador de la Universidad de Alcalá!; ni siquiera mediaba desden por la literatura arábiga, cuyos libros de filosofia, medicina e historia mandaban ellos conservar; pero sin afearles su accion, es muy licito, y hasta natural, lamentarse y dolerse de que tales cosas sucedieran, por la misma causa que nos lamentamos y nos dolemos de la muerte de un hermano, de un amigo; pues aunque aceptemos resignados los designios de la divina Providencia, no deja de ser cosa por demas sensible y triste para el corazon humano. De culpar a alguien, la censura habia de ser para nuestro pueblo, para nuestros mismos antepasados, para nuestros mismos padres, cuyos vehementes deseos los gobernantes no hacian mas que cumplir. ¿Y no les hemos de tolerar algunos desahogos, expansion precisamente de aquellas grandes virtudes que conquistaron nuestra libertad e independencia y fueron despues la firme base de nuestra grandeza y poderuo?
A mi no me queda mas que el disgustillo del bibliofilo. La intencion de nuestras leyes era que se quemasen los libros perniciosos y se conservaran los utiles: no podia haber mejor intento; mas para llevarlo a cabo, era menester que los alcades y justicias hubieran tenido habiles interpretes para elegirlos. Con esto no pudo contarse, era materialmente imposible. Recuerdo haber leido, en un manuscrito arabe que se consrva en la biblioteca universitaria de Valencia, una nota en catalan que, puesta en castellano, dice lo siguiente: “Este libro me lo encontre yo, Jaime Ferrando, en (el pueblo de) Laguar, despues que los moros subieron a la sierra, en la casa donde vivia Mil-leni de Guadalest, el rey que ellos habian elegido, y como es letra arabiga, jamas he hallado quien sepa leerlo. ¡Tengo miedo no sea el Alcorán de Mahoma!
El codice es completamente inofensivo: ¡una gramatica!
¡Cuantos por miedo a que fueran malditos alcoranes, en la duda, por ignorancia, no habran parado en la hoguera!
HE DICHO

J. Ribera. “Bibliófilos y Bibliotecas en la España Musulmana” Zaragoza; Tip. de “La Derecha”, 1896

27 septiembre, 2007

Destrucción de libros y bibliotecas.


El fanatismo y la incultura fueron causa de la destruccion de muchos libros estimables.

Nabonasar, rey de Babilonia (747 a.C.), hizo destruir todas las historias de las dinastías que le precedieron, pretendiendo en vano figurar en la Historia como primer Rey de su pais. Es la destrucción de libros más antigua de la que hay noticia.

La Biblioteca de Alejandría, la más célebre de la antiguedad, fue fundada por Tolomeo Sotero (323-283 a. C.) y destruída el año 640 por el fuego, durante el espacio de seis meses, por orden del Califa Omar.

Las luchas entre cristianos y paganos fueron siempre fatales para las letras. Durante la estancia de San Pablo en Efeso, muchos fieles, dice el Abate Fleury, que habian estudiado curiosidades inutiles, reunieron sus libros y los quemaron delante de la multitud.

Las guerras religiosas de la Edad Media y del siglo XVI culminaron las destrucciones de libros.

A la muerte de D. Enrique de Aragón, "Marqués de Villena", ocurrida en 1436, el rey de Castilla, D. Juan II, autorizó la quema de más de un centenar de sus libros porque trataban de ciencias que no estaba permitido estudiar.

Cronwell no se contentó con privar de su cabeza el rey Carlos I, sino que también privó a Inglaterra de la Biblioteca de Oxford, una de las más notables de su epoca.

En nuestros tiempos solamente se ha cometido una de tales atrocidades.

La destrucción sin causa, fundamento ni objetivo alguno de la famosa Biblioteca de la Universidad de Lovaina por las hordas del funesto Guillermo, el último Káiser que padeció alemania y el mundo entero. A la reconstrucción de esa gran Biblioteca tuve la honra de contribuir, como otros españoles, en 1924, con un importante donativo de libros, de los cuales algunas eran publicaciones mias y la mayor parte ajenas.

El Cardenal Mercier, arzobispo de Malinas, a pesar del dolor que tal destrucción le produjo, como a toda persona sensata, jamás habló con acritud del hecho, y al dar gracias al secretario del Comité Hispano-Belga por los donativos recibidos, se expresaba en estos terminos:

"Agradezco a usted infinitamente que haya tenido la amable idea de enviarme el informe que acaba usted de publicar sobre la participación española en la reconstrucción de la nueva Biblioteca de Lovaina.

Me ha conmovido ver la generosidad con la cual un gran numero de sus compatriotas ha consagrado tiempo y recursos para ayudarnos a volver a crear una biblioteca adecuada a las necesidades de nuestra Universidad.

Acepte usted, señor secretario, la expresión de mis sentimientos afectuosos."

D.D. Cardenal Mercier, arzobispo de Malinas.


Francisco Beltrán

Extracto de la conferencia leída en la Cámara Oficial del Libro, de Madrid, el dia 20 de octubre de 1931.

26 septiembre, 2007

La pasión de Mazarino


La pasión dominante del Cardenal Mazarino era la avaricia. Habianse escrito contra el libros terribles, y el cardenal, fingiendo estar muy irritado, mandó recoger todos los ejemplares que le fue posible y los hizo vender despues secretamente, con lo cual sacó un producto de 10.000 escudos.

25 septiembre, 2007

Pierre Augustin Caron Beaumarchais (1732-1799)


Beaumarchais, célebre autor de “El Barbero de Sevilla”, “El Casamiento de Fígaro”, y de otras comedias, admiraba tanto a Voltaire, que se hizo impresor, fabricante de papel y editor, para publicar en lujosa edición las Obras completas de este. Paris (1784-1789), 70 volúmenes en 8º (4º español), perdiendo en tal empresa mas de un millón de francos.

24 septiembre, 2007

Cita de Jacques Benigne Bossuet



"En Egipto se llamaban las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás"

Jacques Benigne Bossuet
(Dijon, 27 de septiembre 1627 - Paris, 12 de abril 1704)
Clérigo católico francés y escritor.

Aforismo de Thomas Bartholin


«Sin libros, Dios está callado, la justicia dormida, las ciencias paradas, la filosofía coja, las letras mudas, y todas las cosas envueltas como en heladas tinieblas»

Thomas Bartholin. (Sabio dinamarqués nacido en 1616 en Copenhague y fallecido en 1680)

20 septiembre, 2007

Un año ya.....


¡Eureka! Hoy cumplimos un año de andadura en la blogesfera. Un año durante el cual hemos intentado abrir una ventana al mundo del libro, ese mundo tan rico y tan lleno de curiosidades, capaz de alimentar nuestro espíritu. Haciendo balance de lo que ha supuesto estos 365 días, nos alegra comprobar que gracias a él hemos podido hacer nuevos amigos, a todos ellos les damos las gracias. Gracias a los que han pasado por este rincón de la red y habéis dejado vuestras opiniones, críticas y sugerencias (gracias, especialmente a los incondicionales), gracias también a los que habéis pasado por este blog aunque no hicierais ningún comentario, gracias a los que nos habéis ayudado a mejorar y a los que habéis alentado nuestro esfuerzo, en definitiva, GRACIAS A TODOS. Deseamos que hayáis podido disfrutar con nuestras noticias, que os hayan entretenido, que os hayan servido para conocer algo más del impresionante mundo de los libros. Desde aquí esperamos seguir publicando más y más noticias, contando siempre con vuestro apoyo. En nuestro primer aniversario, un blogsaludo a todos los amantes de los libros.

19 septiembre, 2007

Orden de la Inquisición a los libreros.

La Revista de Valencia de abril de 1881, insertaba un articulo encabezado;
Librerias de Valencia en 1776 y 1777.
Figura un documento del Tribunal de la Inquisicion ordenando a todos los libreros presenten una lista por orden alfabetico de los libros en venta, advirtiéndoles que serán comprobados sobre el terreno la exactitud de sus datos, y castigados con rigor todos sus fraudes.
Otros documentos demuestran que no todos los libreros cumplimentaron tamañas ordenes. A pesar de éstas, y de las trabas que luego diré, habia mas librerias en Valencia en 1776, que no en 1881.
En la Ley III, titulo XV, libro VIII del siglo XVIII:
“Los libreros de la corte no pueden comprar por junto librerias particulares hasta pasados cincuenta dias desde la muerte de sus dueños.”
En otra parte se dice:
“Los tasadores de librerias dan cuenta al bibliotecario mayor de la Real Biblioteca de todas las que se tasen para su venta.”

17 septiembre, 2007

Tomás de Iriarte (18 sep. 1750*-17 sep. 1791+)

EL RICOTE ERUDITO

Hubo un rico en Madrid (y aun dicen que era
más necio que rico),
cuya casa magnífica adornaban
muebles exquisitos
«¡Lástima que en vivienda tan preciosa»,
le dijo un amigo,
«falte una librería!, bello adorno,
útil y preciso.»
Cierto», responde el otro. «Que esa idea
no me haya ocurrido!...
A tiempo estamos. El salón del Norte
a este fin destino.
Que venga el ebanista y haga estantes
capaces, pulidos,
a toda costa. Luego trataremos
de comprar los libros.
Ya tenernos estantes. Pues, ahora»,
el buen hombre dijo,
«¡echarme yo a buscar doce mil tomos!
¡No es mal ejercicio!
Perderé la chaveta, saldrán caros,
y es obra de un siglo...
Pero ¿no era mejor ponerlos todos
de cartón fingidos?
Ya se ve: ¿por qué no? Para estos casos
tengo yo un pintorcillo
que escriba buenos rótulos e imite
pasta y pergamino.
Manos a la labor.» Libros curiosos
modernos y antiguos
mandó pintar, y a más de los impresos,
varios manuscritos.
El bendito señor repasó tanto
sus tomos postizos
que, aprendiendo los rótulos de muchos,
se creyó erudito.

Pues ¿qué mas quieren los que sólo estudian
títulos de libros,
si con fingirlos de cartón pintado
les sirven lo mismo?

La Biblioteca de Hernando Colón

Testamento de Hernando Colón

En la lapida sepulcral de Fernando Colón se puede leer: Aquí yace el muy magnifico Sr. D. Hernando Colón; el qual empleó y gastó toda su vida y fazienda en aumento de las Letras y en juntar y perpetuar en esta Ciudad todos los libros de todas las ciencias que en su tiempo halló...
Así pues al borde de la muerte lo único que le preocupaba era su biblioteca y para ello en su testamento deja claro hasta el mínimo detalle lo que se ha de hacer para mantenerla, de hecho de las 16 hojas que componen dicho testamento, la mitad exactamente están dedicadas a su librería.:

Lo que quería Colón que fuese su Biblioteca
Como resumen de todas las prescripciones sobre la Librería, ponemos este capitulo, que es una prueba sintética de su aspecto de bibliófilo.

Así verán los lectores que no dejo detalle sin estudiar sobre sus libros.
A) El Local
Una pieza grande, con estanterías laterales, defendidas por una reja, formando red, por la que solamente quepa una mano, y hacia la mitad de la sala un banco para los lectores. Dentro de la reja un atril o mesa, donde se colocaran los libros a los lectores, que habrían de quedar fuera de las rejas.(1)
(1) Parecen excesivas estas cautelas sobre los libros. Suponemos que D. Fernando sufriría muchas sustracciones en su Biblioteca, pues, dice a los que han de cuidar de ella que los libros ni con cien cadenas atados es posible guardarlos.

B) La organización
La meramente externa es simple y ordinaria. Los libros iran de canto, con su titulo y numero. Han de estar separados por facultades en los mismos estantes. Los repetidos estarán en arcas, reservados para las sustituciones necesarias, y los triplicados por enajenarse.

C) Los Índices y Catalogo
Habrán un Catalogo de AUTORES, por orden alfabético. Otro catalogo de MATERIAS, también alfabético.
Un tercer catalogo TOPOGRÁFICO, sobre el lugar y numero de los libros y sus autores.
Un COMPENDIO o resumen de las obras y argumento de las mismas.
Un PRONTUARIO sobre predicación, conferencias, o publicaciones diversas.
Un libro de ENTRADAS, donde se anoten al día la s adquisiciones.
Otro de SALIDAS, donde se señalen los que dejan de pertenecer por desecho, enajenación, etc.
El libro CUENTAS y GASTOS.

D) La conservación y el Aumento
Se ha de gastar cada año diez mil mrs. En compras de libros, que no existan en la biblioteca.
Otros diez mil, en encuadernaciones y reparaciones, y el resto, hasta treinta mil mrs. Que era el presupuesto anual, en los trabajos de orden superior, como son la catalogación, índices, resúmenes, etc. Después fue elevado a cien mil mrs.

E) La Compra de los Libros
Además de lo eventual, que no puede prescribirse, dejo Fernando señalados los mercados de sus libros, Salamanca y Sevilla, en España. En el extranjero Roma,. Venecia, Nuremberg, Anvers, Paris y Lyón, donde habitualmente existirían compradores para la Fernandina.
Cada seis años un sumista de la Fernandina recorrería Italia para las adquisiciones que se pudiesen hacer, con un itinerario y centro de envíos que el mismo señala minuciosamente.

F) El Bibliotecario y Letrado
Han de residir muy cerca de la Biblioteca, debiendo trabajar cinco horas diarias en ella, entre mañana y tarde.
Además deberá haber un letrado, para proseguir la obra de catalogación y resúmenes de la Biblioteca, quien había de ganar la prebenda por oposición en Salamanca, y que empleara dos horas al día en su labor.

G) Finalidad de la Biblioteca
La determinó diciendo que esta Librería no se hace tanto para estudio común, como para la guarda de todos los libros... que para el común basta satisfacer de dudas o ver una cosa notable, que para estudio ad longum no le ha de faltar estudios y libros que deprendan...
Era mas que sala de Lectura, lugar de consultas, según la mente del fundador.


“Don Fernando Colón: Su personalidad literaria...” Andrés Avelino Esteban Romero; Publicaciones Diocesanas, Sevilla, 1939

14 septiembre, 2007

Quid est liber / ¿Que es un libro?

Un libro es la luz del corazón,
espejo del cuerpo,
confusión de vicios,
corona de prudentes,
diadema de sabios,
honor de ilustrados,
vaso lleno de sabiduría,
compañero de viaje,
fiel amigo de la casa,
huerto lleno de frutos,
revelador del arcano,
clarificador de lo oscuro.
Si se le pregunta, responde,
y si se le ordena,se apresura.
Si es llamado, acude rápidamente
y obedece con docilidad.
Fin.

Codex miscellaneus. Texto del siglo XI(copia de Francisco Santiago Colmenas, siglo XVIII).Toledo: Biblioteca Pública del Estado, Ms.381
Transcripción de Isabel García-Monge
Traducción de Ana Mosqueda

13 septiembre, 2007

Manera de conservar los libros

Tener cuidado de cubrir la obra con papel transparente.
Cortar los pliegos con plegadera que tenga la extremidad en redondo.
No enrollar el libro
No doblar nunca el libro de manera que las tapas de la cubierta se toquen.
Todos los días hacer pasar una corriente de aire por la biblioteca.
Para borrar las manchas de humedad, frotar con miga de pan.
Para borrar las manchas de barro, poner encima espuma de jabón durante tres cuartos de hora, mojar después la hoja manchada en agua limpia y pasar un trapo muy fino sobre la espuma de jabón, que desaparecerá con el barro.
Para hacer desaparecer las manchas de sangre, aplicar cloruro de cal y frotar después con un trapo impregnado de un acido.

12 septiembre, 2007

Bibliotecas Omeyas


Desde el primer Abderrahmán comenzó ya a dar a conocer la familia Omeya el gusto por la instrucción : era literato y poeta; entre sus descendientes que ocuparon el solio, hubo hasta filosofos, en el reinado de Mohammed ya señalaban los historiadores la biblioteca real como una de las mejores de Córdoba; en tiempo de Abderrahmán el Grande, la fama de su afición a los libros llega hasta el imperio de Bizancio, cuyo emperador, necesitando atraerse las simpatias del sultan andaluz, creyó que el mas preciado obsequio que podia mandarle era un libro nuevo: este fue el famoso libro de Dioscórides, ejemplar escrito en letras de oro y adornado de hermosos dibujos que representaban las plantas citadas en el texto. El monarca español, que no sabe griego, ni encuentra facilmente persona perita que lo traslade, ruega el emperador bizantino que le envie sabio que lo traduzca: el monje Nicolás fue enviado de Constantinopla a ponerse al servicio de Abderrahmán.
Por esos dias, sus dos hijos, los principes Alhácam y Mohammed, comenzaban sus estudios, su aficion se desperto con tal viveza, que no les satisfizo la biblioteca de su padre, y ambos se emulaban mutuamente por ver cual de los dos llegaba a formar la mas escogida y numerosa. Pasado algun tiempo murió Mohammed y heredó su biblioteca su hermano Alhácam, el cual al morir su padre reune tres bibliotecas: la de palacio, la de su hermano y la suya propia.

J. Ribera. “Bibliófilos y Bibliotecas en la España Musulmana” Zaragoza; Tip. de “La Derecha”, 1896

11 septiembre, 2007

La Bibliofilia



La voz bibliofilia fue empleada por primera vez por Salden (Cristianus Liberius Germanus, pseud.) en un primoroso librito titulado “Bibliophilia sive de Scribendis legendis et aestimandis exercitatio paraenotica” impreso en Utrech en 1681. En dicho libro afirma que “el verdadero bibliofilo no busca en el libro sino un medio mas directo y mas rapido –no solo para el, sino tambien para los demas- de perfeccionamiento moral e intelectual.”

Bibliofilia y comercio del libro antiguo. Javier Lasso de la Vega. Madrid; El Bibliofilo; 1947.

10 septiembre, 2007

Papel de hierro




Los primeros ensayos hechos para reducir el hierro a hojas finísimas, para usarlas como el papel, se deben al conde de Renard, gran propietario de fabricas de hierro. Un encuadernador de Breslau ha formado un álbum de estas hojas, las cuales se manejan con la misma flexibilidad que si fueran de papel. Hasta ahora no se ha hecho ninguna aplicación; pero tal vez mas adelante se pueda imprimir en este papel metálico, para lo cual lo único que falta es inventar una tinta blanca.

La tipografia y los tipografos (Recuerdos del arte de imprimir y de sus hombres). Antonio Esteban del Olmo.- Madrid; Imp. de El Liberal; 1880

07 septiembre, 2007

Libros prestados, libros perdidos...



Según Menéndez y Pelayo, Libro prestado, libro perdido. Y Palau añade, y si el libro no se pierde, llegará a vuestras manos sino falto de hojas, sucio o mal tratado. Aquí se muestran varios ejemplos:
El Sr. Arderiu, de Lérida, trabajaba en la Bibliografía de Cervera y sentía devoción por las estampaciones de Lérida. El amigo Llaverías, alias el Gimnástico, le prestó un folleto rarísimo salido de las prensas de aquella ciudad, a mediados del siglo XIX. Cuando se propuso nuestro amigo rescatarlo, todo eran evasivas: vuelva usted a tal hora; el señor Arderiu no está; mañana sin falta, etc. Mi amigo, capaz de aguantar cuarenta y ocho horas seguidas sin satisfacer las necesidades naturales, resolvió plantarse a la puerta de la casa, con propósito de vigilar día y noche. Naturalmente, los deudos de Arderiu, temerosos de despertar sospechas entre la vecindad, acabaron por devolver el folleto en cuestión al Gimnástico.
Un amigo adquirió Les Multituds, de Caselles, y al leerlas, reparó que faltaba un pliego. Va a la librería, y le cambian el ejemplar. Al salir se junta con un amigo, y por el camino empieza a ensalzar la obra, puntualizando las escenas que mas le han gustado, y para que su compañero se ilustre más, le presta el libro. Pasaron días, volvieron a juntarse, y se habló de la obra. El segundo coincidía en ensalzar las mismas escenas con las propias palabras del primero. Pasó mas tiempo, y el primero reclamó el ejemplar, pero fue en vano. Al fin, lo exigía en forma contundente, y el segundo aturdido, le hizo esperar a la puerta de su casa. Al serle librado Les Multituds, nuestro amigo, reparó admirado, que las hojas estaban por cortar!
Otro caso, es el del estudioso que se dirige a un amigo, para pedirle prestado el libro que necesita. El amigo, frotándose las manos de satisfacción lo lleva a su biblioteca, compuesta por 3.000 volúmenes, diciéndole: “Eso no puede ser” .- “¿Por qué?”.- “Porque nadie devuelve libros prestados. Ahí esta la demostración. He pasado treinta años pidiendo prestados libros a los amigos, y como no he devuelto ninguno, he logrado formar esta biblioteca.”
El exlibris adoptado por la Biblioteca Nacional de Chile, reza: “Antes que verme prestado prefiero verme quemado.”
En la antigüedad, ya se ponían reparos en prestar libros. Un documento medieval atestigua que un rey de Francia al solicitar un manuscrito de cierta Academia, se le exigió en concepto de prenda, su vajilla de oro.

Memorias de un librero catalán. Antonio Palau. Barcelona, 1935

06 septiembre, 2007

El librero de viejo

La figura del librero de viejo tiene algo de trágico y de insensible como la misma muerte. Sombrío liquidador de desgracias en su tienda caen, al soplo de la miseria, las pilas de tomos que se derrumbaron al derrumbarse la fortuna o la vida de su propietario, y luego se alzaron bajo otros techos , y nutrieron a otras inteligencias, y encendieron nuevo fuego en nuevos corazones. Porque el papel es mas duradero que la carne del hombre... Oh! Miseria de nuestro destino!... Al internarme en los puestos de nuestra clásica feria de septiembre, siento siempre un poco de amargura mientras me dedico al busquisneo. ¿De quien seria este pequeño tomo de versos encuadernado con tanto lujo? ¿Que mano pondría estas sabias apostillas en las paginas de este recio volumen? ¿No delatan largas horas de fiebre las huellas que manchan estas hojas, vueltas, y cien veces en persecución de la verdad? ¿Que pasiones habrá despertado esta obra? Como las armas, los libros se enoblecen con el uso. Todos tienen su historia de gloria y de desaliento. Pero a nadie se la cuentan cuando brindan sus tesoros para una nueva resurrección... un secreto impulso nos lleva a adquirir estos libros, como si en ellos fuéramos a encontrar lagos que nos ayude a comprenderlos. Ni su fecha puede quitarles juventud, si la tuviera, ni los estragos del tiempo disiparan su frescura eterna. Lo mismo que los hombres, los libros que nunca fueron viejos por la edad, no lo son tampoco por el aspecto... ¿Y no es nuevo para nosotros el libro que abrimos por primera vez aunque su fecha sea antigua o su traje este sucio o en mal uso? Siempre hay algo que descubrir hasta en el terreno mas hollado por la humana planta; pero nuestro orgullo sufre un rudo golpe cuando no es nuestra mano la que corta la primera flor en los jardines... ¡Y esto es tan difícil! Todos quisiéramos ser el primer amor, y acaso en ser el ultimo consiste la verdadera felicidad... Sobre estos puestos de libros usados flotar el espíritu de la resignación... ¡Esos libros, al fin y al cabo, correrán la misma suerte que nosotros! ¡Ellos también entregarán sus carnes a la tierra, y sobre sus nombres caerá el olvido! ¡Quizá cuando llegue la noche y cesa el ruido vulgar de la feria y se cubre la tienda con un lienzo, esos tomos salen de sus estantes y bailan la danza macabra! Confundidos ricos y pobres, altos y bajos, magnates y plebeyos; el poeta genial y el novelista por entregas; el gran filósofo y el despreciable foliculario; todos, en fin, los que reposan en los estantes, acaso bailen la danza de la muerte, burlándose de las vanidades de la vida... ¿No es uno de esos puestos igual que un cementerio? En sus nichos duermen los libros que fueron algo y los que parecieron algo por su ostentación y por su vanidad. Allí están sus lapidas y allí se lucen algunos monumentos. Y hay también es montón de libros donde van a parar, como a la fosa común, los pobres, los infortunados y los débiles... ¡Entre ellos están muchos grandes espíritus, que surgirán gloriosos cuando suene una voz de resurrección!
“El libro de los Elogios” de Antonio Palomero. Madrid, Francisco Beltrán, sin año, 8º., 166 Págs.
Pág. 127. Capitulo Libros usados:

05 septiembre, 2007

Casiodoro Magno



Casiodoro Magno Aurelio, fue un filósofo, pensador, monje y escritor latino, consultado por los reyes y gobernantes de su época.

Nació en el año 468 D.C., en Squillace y murió después de 562. Fue ministro de Teodorico el Grande. En el año 538 se retiró y fundó una orden monacal, precursora de la de San Benito (benedictinos), consagrada sobre todo a la conservación y copia de manuscritos antiguos.

04 septiembre, 2007

Libro curioso sobre Asnologia...

Apología de los asnos,: compuesta en renglones asi como versos/ por un Asnólogo aprendiz de poeta.
Editado en Asnópolis, sin impresor , año 18349
Contiene tambien :
Elogio del rebuzno o sea Apéndice a la Apología de los asnos.
Rebuznópolis, sin impresor , año 18349

El Asnólogo aprendiz de poeta es seudonimo de Manuel Lozano Pérez Ramajo, y la fecha es 1829
Asnópolis es Sevilla y Rebuznópolis es Madrid.

Dedicatoria al vulgo ignorante
¿A quien mejor que a ti, o ignorante vulgo de todas clases, pudiera yo dedicar una obra, en que se trata de manifestar cuanto vale el Asno? Nadie, nadie lo merecía sino tu; y al dedicártela cumplo con uno de mis deberes, y descargo mi conciencia.
Sábete, si no lo sabias, que al asno le atribuyen la ignorancia, de la cual ha sido símbolo este animal, defecto de que le han tachado los que no se tienen por ignorantes, y en ello manifiestan mucha ignorancia. Creen así hacerle una grande injuria; y en rigor se le hace mucho honor, pues no seria muy difícil demostrar que la ignorancia es una de las mejores calidades que el hombre puede tener.....
Lee, lee; y llega a saber lo que es el Asno, el Borrico, el Burro, el Pollino, el Jumento, y te quedaras estupefacto al cerciorarte de tantas y tan bellas prendas que adornan a este apreciable cuadrúpedo, a pesar de su decantada ignorancia, prendas que tu y yo, y aun los que no se tienen por ignorantes, quisiéramos poseer....
Lee (si sabes), piensa (si puedes); reflexiona (si de ello eres capaz). Entonces será cuando conozcas, que cuanto mas Asno sea el hombre, tanto mejor para el.

03 septiembre, 2007

Privilegio de Felipe II a Plantin


En el siglo XVII, a pesar de la manifiesta decadencia en que cayó el arte del libro español, el comercio de la librería conservó su auge en las capitales donde había arraigado, sin cambiar ostensiblemente su carácter, y siguió su curso, con escasa –o ninguna- gloria, en la primera parte del siglo XVIII, hasta que poco a poco, libreros e impresores de Madrid, Valencia, Zaragoza y Barcelona, realzaron las condiciones materiales de las publicaciones, dignificando el libro y hacia la segunda mitad del siglo XVIII ya fue posible reclamar de los poderes del Estado la abolición del privilegio que Felipe II concediera al impresor-librero Plantín, de Amberes, para que nadie mas que él pudiese imprimir y vender los libros del rezo en España, pues aquí ya se editaba con igual maestría y se podían vender mas baratos, al par que se protegían todas las artes e industrias del país. Pero fue en vano la reclamación elevada al trono. El Cabildo de la Catedral de Toledo, en el año 1583, hubo de adquirir un libro de canto de órgano, en papel de marca mayor, impreso por Plantín en una edición de 50.000 ejemplares y pago por él 132 reales, valor de la época.
El impresor-librero valenciano Antonio Bordázar puso gran empeño en substraer la librería española de la servidumbre del susodicho privilegio, y el mismo hombre fue quien, junto con los mas famosos impresores de Madrid, Marín, Ibarra, Sancha, etc. Cooperó con su arte y buen gusto a elevar el nivel del ramo de la librería en aquella época, que nos legó monumentos bibliográficos tan interesantes como la “Conjuración de Catilina” de Salustio, traducido al castellano por el infante don Gabriel e impreso por Ibarra en 1772; el “Quijote”, ediciones de la Real Academia, de los años 1780 y 1782: la “Bibliotheca (Vetus y Nova)” de Nicolás Antonio, en 1783-1788; las dos ediciones de “Historia de España”, impresas una en Madrid, por Ibarra, en 1780, y la otra en Valencia, por Benito Monfort, en 1783-1796; etc. etc.

“El Librero y su mundo” J.A. Castro Fariñas; Madrid; Paraninfo, 1963